Apesar de la insistencia por redundar en el mensaje de que el Real Zaragoza no tenía previsto fichar en el mercado de enero, verbalizado por cualquiera que fuese el responsable del club que tomase la palabra e incluso puesto por escrito en el ocaso del año 2017, el Real Zaragoza ha contratado ya a un futbolista, Alfaro, como medida de reacción a la lesión de Toquero, y espera cerrar uno más en el centro de la defensa si finalmente se concreta la salida de Valentín. No es una paradoja aunque realmente lo sea. En estos tiempos no hay que advertir tanto qué es lo que se dice sino más bien por qué se dice lo que se dice en el momento en el que se dice. Eso es lo que ha ocurrido en este caso. Al Zaragoza no le convenía decir que iba a fichar porque ni tenía el visto bueno de la Liga y, además, había otros asuntos importantes en negociación.

En cualquier caso, en el supuesto de que el caso Valentín se resuelva a favor, como todo parece indicar, ni Alfaro ni el central que acabe firmando por el club serán jugadores para cambiarle la cara de manera drástica al equipo. Acaso para sumar y mejorar la competitividad. El futuro lo tendrán que seguir escribiendo los que ya estaban. Esa es la base y el camino, nítido: el trazado en las últimas jornadas, excepto en los malos días en defensa en Valladolid y Granada, con esa buena nueva de dejar la portería a cero con frecuencia.