Los dos años de crisis que llevamos parecen un siglo, tanto por los acontecimientos vividos como por la sensación de ir todos los países en un barco a la deriva superando etapas y capeando las tormentas que surgen.

La caída de Lehman Brothers supuso un cataclismo financiero con quiebras de bancos, empresas de seguros y de fondos de inversiones. Todos los gobiernos afectados hicieron lo mismo el cuarto trimestre del 2008, reuniones urgentes de los ministros de economía y hacienda los fines de semana, hacer aportaciones de recursos públicos para reflotar el sistema financiero y garantizar a los ciudadanos sus depósitos bancarios; todo antes de la apertura el lunes, de sus respectivas bolsas.

Desde Alemania al Reino Unido, pasando por Bélgica, Holanda o Italia, todos han movilizado recursos públicos para evitar el efecto dominó de las hipotecas basura en la banca. Más del 13% del PIB europeo se utilizó para salvarla. Casi cinco billones de dólares en EEUU impidieron el cataclismo en Wall Street.

La caída del crédito y la inseguridad que esta primera fase produce en la población es impresionante, ¿cómo no vamos a desconfiar de entidades o agencias de rating que dieron la calificación triple A, más alta, al 93% de valores que en tan solo horas pasaron a ser basura? Este estrangulamiento en los préstamos a las empresas, instituciones y personas ocasiona el cierre de algunas, aumento del paro y desconfianza del consumidor. Las alternativas keynesianas de buscar a través de la inversión pública la reactivación, se traslada a cada país de formas diferentes, EEUU invirtiendo cerca de tres billones de dólares en infraestructuras y saneamientos empresariales, Reino Unido devaluando la libra y apoyando la City londinense, España poniendo en marcha el plan de desarrollo local y ayudas sectoriales, más los créditos ICO y aumentando la protección a los parados con las ayudas de 426 euros durante seis meses.

Así pues, el incremento del gasto y la considerable reducción de los ingresos dispara el déficit (en España llegamos al 11´4%) y el aumento de la deuda pública, que supera el 100% en países como Italia, Bélgica, Grecia y Portugal, y a pesar estar veinte puntos por debajo de la media europea, nuestro país tiene un gasto muy elevado por el incremento del paro tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, que arrastra más de 1.100.000 desempleados. Todas estas medidas producen alarma en los mercados y las instituciones, BCE, FED, FMI, BM que van imponiendo sus conocidas tesis neoliberales de socializar las pérdidas y privatizar los beneficios: la debilidad política, la confusión en el interior de la UE y los intereses de la canciller alemana, retrasan las medidas para salvar a Grecia. Ese momento, esas dos semanas las aprovechan los mismos que nos llevaron a la crisis para imponer en el Ecofin de mayo, las medidas de ajuste más duras y draconianas que se han visto nunca en la UE. Obligando a un déficit del 3% en el 2013 si se quiere el paraguas europeo ante posibles acosos de los mercados, reducir gastos, ajustar los presupuestos (en España 15.000 millones de euros menos), rebajar las prestaciones, los salarios de los funcionarios y hacer reformas estructurales, las pensiones en todos los países y aquí, además, el desempleo por la vía de una reforma del mercado de trabajo. Todo en tiempo récord en los meses de mayo y junio.

En esta dinámica vertiginosa seguro que hubo alguna improvisación; la urgencia de las medidas, las diferentes visiones o el acoso de los mercados están entre las razones exculpatorias de las mismas, solo el PP sigue machacando al Gobierno, culpabilizándolo, como si las alternativas en momentos como este pudiesen responder a las directrices escritas en un manual.

Pero ahora, el futuro no lo podemos construir con recortes y ajustes de gasto solamente. A pesar de que se plantee como la única salida, considero que, sin una política de reactivación impulsada desde el sector público, nuestro crecimiento seguirá siendo lento, los peligros ante el acoso constante de los mercados no van a desaparecer, todo lo contrario (han sido ellos los primeros alarmados por la devolución de la deuda en el futuro si no hay crecimiento), y la evolución negativa del paro seguirá siendo un lastre en el déficit. Por ello es imprescindible que la UE flexibilice la fecha del 2013 para cumplir el objetivo del déficit --¿no se hizo una moratoria con Francia y Alemania el 2004 para cumplirlo posteriormente?-- es preciso aumentar la aportación de los diferentes países a la UE para crear instrumentos capaces de reactivar la economía, mejorar los ingresos con una reforma fiscal y tributaria, exigir una apreciación de la moneda ajustada al mercado, controlar las agencias de calificación, los paraísos fiscales y las operaciones financieras. Ese fue el discurso de la mayoría de los gobiernos hace dos años, recuperarlo hoy parece una utopia, perderlo una temeridad.

Diputado socialista por Zaragoza