La presidenta Rudi ha lanzado en el inicio del nuevo curso político nuevos llamamientos a debatir medidas de regeneración democrática. Sin éxito. Ningún partido de la oposición ha mostrado interés en su oferta, que en general ha sido considerada una mera cortina de humo. El secretario general de los socialistas aragoneses, Javier Lambán, ha puesto como condición para reunirse con ella que renuncie al sobresueldo o complemento que percibe en su condición de presidenta regional del PP. IU y CHA no creen, de entrada, que sea factible regenerar el funcionamiento de la DGA sin un cambio radical en los procedimientos, las exigencias y la transparencia.

¿UNA SIMPLE ESCENIFICACIÓN?

Es seguro que la presidenta perdió su oportunidad en el reciente debate sobre el estado de la Comunidad, justo antes del verano, cuando planteó un panel de medidas regeneracionistas que incluían de manera simultánea la eliminación de aforados o el acortamiento de las campañas electorales (en lo que podría existir un consenso total) con la reducción del número de diputados en las Cortes (lo que podía sonar a simple argucia para mejorar las expectativas de su partido ante las próximas citas con las urnas). Peor aún fue constatar que alguna de tales propuestas ya había sido hecha por partidos de la oposición y rechazada por el PP, como ocurrió cuando de nuevo fueron presentadas en la votación de resoluciones que siguió al citado debate. Todo ello resultó muy desconcertante.

Por otro lado, en un asunto que tiene mucho que ver con las formas y los detalles, la cuestión de los sobresueldos que el PP paga a varios de sus cargos públicos es lógico que genere dudas.

REGENERAR... DE VERDAD

Regenerar la democracia en Aragón (como en el resto de España) va en todo caso mucho más allá de las habituales alternativas formales. El aforamiento (que no equivale, ni mucho menos, a impunidad) o el sistema electoral (que no puede ser reformado según vengan las encuestas) no son fundamentales a la hora de oxigenar un sistema que ha concitado la desafección de gran parte de la ciudadanía. Hay temas mucho más importantes: la transparencia de las administraciones, el control sobre los cargos electos y los altos funcionarios, el respeto a los parlamentos... Ahí residen las claves de una verdadera regeneración democrática. Que, sin duda, es urgente.