De las muchas reformas que Matteo Renzi prometió llevar a cabo nada más ser nombrado primer ministro hace menos de dos años, la constitucional era urgente y necesaria. Lo que se ha llamado como bicameralismo perfecto, que es lo que rige hasta ahora, no es más que una fórmula perversa (ideada por Silvio Berlusconi) para impedir que la izquierda tenga mayoría en ambas cámaras del Parlamento, además de que ralentiza y bloquea el trabajo legislativo. Con esta reforma, Renzi pretendía acabar con la inestabilidad política y obtener al mismo tiempo el veredicto favorable de las urnas a su Gobierno convocando un referéndum innecesario para aprobar los cambios.

Antes de la cita de hoy, la consulta ha logrado lo que se pretendía evitar, es decir, Italia ha entrado en una nueva fase de inestabilidad. Esta convocatoria ha polarizado a la sociedad italiana en gran manera y lo ha hecho no por el contenido de la reforma que se pretende aprobar, que es sensata y equitativa, sino porque Renzi ha convertido el referéndum en un plebiscito sobre su liderazgo, ya que llegó al palacio Chigi (sede del Gobierno) sin haber pasado por las urnas. El anuncio de su retirada en caso de que el resultado sea negativo, un anuncio que en los últimos días ya no defiende con el ímpetu del primer momento, no ha hecho más que agudizar tensiones a favor y en contra, y al mismo tiempo deja un amplísimo margen de indecisos de cuyo voto dependerá el resultado. Son muchos los italianos, demasiados, que dicen desconocer el sentido real de la reforma. Y no les falta razón, porque el debate, en vez de centrarse en los cambios constitucionales, ha girado en torno a la persona del primer ministro.

El referéndum llega además en el peor momento para Renzi y para Italia. Cuando lo prometió ni se había producido el brexit, ni Trump había ganado en EEUU. Y además no se dudaba sobre la pertenencia de Italia al euro. En muy poco tiempo todo ha cambiado. Y si en un principio parecía que el primer ministro tenía ganado el resultado, ahora no se descarta que lo pierda. Todos los partidos de la oposición son contrarios al euro y lo que podría deparar el futuro es alarmante, no solo para Italia sino para el resto de la UE. Sería dramático que Renzi resultara un nuevo Cameron, un político que para salvar su futuro acabara hundiéndonos a todos.