Pensar que en su presentación Lalo Arantegui iba a dejar la más mínima sospecha pública sobre el futuro de Raúl Agné pertenecía al terreno de la ficción o al de la simple candidez. Todavía más después de que Christian Lapetra, voz del consejo de administración, órgano de decisión por encima del suyo, tomara el domingo la palabra para confirmar al entrenador en su puesto al menos hasta el partido contra el Numancia. Arantegui fue un poco más allá de lo que había ido su presidente y alargó la vida profesional del técnico incluso después de ese encuentro, suceda lo que suceda, con victoria, empate o derrota, llueva, granice o brille un sol magnífico. Sobre las siguientes fechas no se pronunció. La imprudencia es otra cosa.

Agné continúa en el banquillo por una concatenación de factores que, unidos, han dado como resultado esta peculiar situación. Desnudado por los resultados (19 puntos de 48, un triunfo y dos empates en todo el 2017 y el playoff a diez de distancia), el preparador ha sobrevivido por el respaldo de Juliá en su momento, por el vacío de poder en la dirección deportiva después y, ahora, porque aunque la SAD tiene claro que su figura representa un problema, tampoco está convencida de que la solución fuese mejor.

Así, el técnico ha ido superando obstáculos sin lograr resultados. Hasta que ayer Lalo le dio cuerda. Más vale que el equipo responda con un triunfo el domingo. En caso contrario, en cinco días ese respaldo le volverá como un bumerán envenenado.