El nuevo ciclo abierto en Aragón tras las elecciones municipales y autonómicas del domingo obliga a todos los partidos a actuar con prontitud y con determinación, especialmente a los líderes de PSOE y PP, Javier Lambán y Luisa Fernanda Rudi, de Podemos, Pablo Echenique, y de Zaragoza en Común, Pedro Santisteve. Los resultados electorales los han colocado como protagonistas principales para esbozar el futuro de las principales instituciones aragonesas, en un escenario nuevo que también reserva un papel para los dirigentes CHA, PAR y Ciudadanos.

Parecerá un tópico, pero la estabilidad de las instituciones aragonesas es directamente proporcional a las dosis de responsabilidad, generosidad y sentido común que estos políticos apliquen a sus decisiones. Los ciudadanos han decidido con sus votos que Aragón necesita alianzas generalizadas, variadas y dinámicas para la gobernabilidad de la comunidad, de los ayuntamientos, de las diputaciones y de las comarcas. Las mayorías absolutas siempre fueron una quimera en Aragón, por lo que los acuerdos para las investiduras de presidentes y alcaldes, primer test de fuerza para coaliciones o pactos de legislatura, no deberían suponer problema alguno. Pluralidad no es sinónimo de ingobernabilidad. De igual modo que las tan manidas "líneas rojas" no habrían de ser utilizadas como enmiendas a la totalidad para no tomar decisiones.

Respecto de la Diputación General de Aragón, la primera lectura es simple. El voto de la mayoría invita a las opciones de izquierdas a ponerse de acuerdo para posibilitar gobiernos lógicos, comenzando por la comunidad autónoma. Con 21 parlamentarios, al PP no le sirve la suma con el PAR y con Ciudadanos, por lo que optar por una investidura en precario debilitaría a los conservadores tanto más que los malos resultados obtenidos. Probablemente el mayor acierto de Luisa Fernanda Rudi de un tiempo a esta parte fue aceptar en caliente, durante la noche electoral, su pírrica victoria parcial como una derrota sin paliativos y sugerir, ayer mismo, que dejará también sus responsabilidades al frente de los populares aragoneses tan pronto como le sea posible. Su tiempo en el PP ha pasado y debería ceder espacio cuanto antes a militantes destacados de otro talante, que los hay, capaces de reubicar a su partido en el centro del tablero aragonés. Los populares necesitan una profunda renovación desde parámetros de libertad hasta ahora secuestrados en una organización presidencialista. Aragón precisa un PP sin Rudi.

Javier Lambán, por su parte, tiene que demostrar que está en disposición de liderar una coalición de izquierdas, incluso a gobernar en minoría durante una parte o toda la legislatura. Es difícil que Podemos, atendiendo a lo expresado por las urnas, bloquee la elección del líder del PSOE aragonés como presidente de la DGA, como lo es saber dónde colocará los límites el partido de Pablo Iglesias. Hasta las elecciones generales de final de año la nueva formación política se volcará para consolidar la simpatía despertada por Podemos y por las candidaturas urbanas de unidad de la izquierda, por lo que Echenique parece obligado a hacer sudar la camiseta al líder socialista para no socavar la estrategia de su formación política. Sin olvidar, eso sí, que el reto que le ha puesto la ciudadanía sobre su mesa es aplicar sus políticas permitiendo la gobernanza de la comunidad.

En cuanto al Ayuntamiento de Zaragoza, parece obvio destacar que Zaragoza en Común está llamado a ocupar la Alcaldía de Zaragoza en una corporación con clara mayoría de centro izquierda tras el batacazo sin precedentes de Eloy Suárez. Parece una obviedad reafirmarlo, pero inquieta escuchar a Pedro Santisteve decir que no toca hablar de eso ahora, porque su organización no ha venido a calentar el sillón. Sí toca. El 13 de junio, con o sin acuerdo con PSOE, CHA o incluso Ciudadanos, se formará la corporación y el número uno de Zaragoza en Común resultará elegido alcalde salvo sorpresa mayúscula. Ese día comenzará el reto que se marcó el conglomerado de partidos de izquierda que pivota en torno a IU y apoyado externamente por Podemos: recuperar las instituciones para el pueblo; o dicho con menos demagogia, administrarlas y gobernarlas. Cosa distinta es que gestione en minoría, como Lambán en la DGA, durante un tiempo o durante toda la legislatura. La ciudad tiene que seguir funcionando, prestando sus servicios, ordenando sus prioridades y dialogando con otras instituciones, y ante el varapalo del bipartidismo Santisteve no puede hacer dejación aludiendo al saludable asamblearismo de su coalición política.

Respecto de los partidos con menor implantación, destacará el papel de CHA, tanto en la DGA, donde sus dos diputados pueden ser clave votación tras votación como lo fue en 1999 el único diputado de IU para el PSOE de Marcelino Iglesias, como en la capital aragonesa. Si Zaragoza en Común no se pusiera de acuerdo con PSOE para encontrar una fórmula de gobierno municipal, los dos concejales de Chunta pueden ser determinantes para la investidura de Santisteve. Las formaciones de izquierdas, incluidos los aragonesistas de Juan Martín, saben que de lo contrario se podría dar la investidura de Eloy Suárez y, entonces, sí dejar el ayuntamiento bloqueado.