La literatura erótica es un poco como el río Guadiana, que a veces aflora, ora se oculta en los túneles de los sentidos, pero que siempre, antes o después, acaba por fluir a la vista de todos.

Ahora toca disfrutar de la visibilidad del género gracias, sobre todo, a la llamada trilogía de Grey, que acaba de triunfar en medio mundo, como antes triunfaron o epataron, cada uno en su registro, Enmanuelle Arsan, Pierre Louys, Henry Miller, Anäis Nim o el marques de Sade, en un cíclico retorno del placer leído o del éxito de ese tipo de novelas que Guillermo Cabrera Infante calificaba con gracia como para leer "con una sola mano".

De la de la editorial Mira, cantera de nuevos valores aragoneses como José Manuel González, Óscar Bribián o Teresa Sopeña, una nueva novela erótica viene ahora a agregarse, pero con su propio pulso y personalidad, a esta citada y renovada tendencia.

Se titula Por donde el placer escapa, y está escrita por el zaragozano Javier Lahoz, hombre de letras y autor ya de otros títulos, como Cara de malo o El plazo de las horas muertas.

En Por donde el placer escapa, Lahoz no nos invita a emular a Grey con su parafernalia de medias de seda, ligueros, esposas, látigos de siete colas, antifaces de raso, máscaras e instrumentos varios para la tortura, el sojuzgamiento o placer de sus usuarios. Afortunadamente, este joven y original autor aragonés no precisa de tales artilugios ni licencias para contarnos una historia erótica coral, cuyos protagonistas son seres humanos pertenecientes a nuestra cotidianeidad y no a la esfera de los seres irreales o imaginarios.

Los personajes de Lahoz, en efecto, no son héroes, superhombres ni mitos eróticos, por lo que, realmente, en cualquier esquina nos podríamos tropezar con esas mujeres que viven una aventura única, con esos hombres que buscan obsesivamente el placer, sin acabar de encontrarlo, con esas parejas que exploran sus sentimientos en relación con terceras personas...

En la tradición de la literatura erótica española, ya desde La lozana andaluza, tiene la máxima importancia el humor, y también Lahoz se la concede, con excelentes resultados. De ahí que, leyendo las historias entreveradas de Por donde el placer escapa, se nos escape más de una sonrisa y una que otra carcajada.