Esa fuente de agradables sorpresas que es el sello editorial Rey Lear acaba de poner en circulación la novela del irlandés Maurice Walsh titulada Un hombre tranquilo.

Un extraordinario texto escrito en los años treinta del pasado siglo, y que dos décadas después, en 1952, inspiraría al director John Ford, de origen irlandés, para reunir a John Wayne y a Maureen O'Hara en un argumento cinematográfico ciertamente fascinante, aunque algo alejado de la trama literaria que le diera vida.

Porque Walsh, más que en la idílica Eire, en sus pueblecitos y tipos, en sus lagos, manantiales y carreras de caballos, nos invitó a sumergirnos en el origen del Sinn Fein. Espinosa y política cuestión que Ford, trabajando por entonces para los estudios de Hollywood, eludió a base de minimizar la reflexión histórica, suavizar las tensiones entre irlandeses y probritánicos y aumentar las dosis de costumbrismo.

Después de la Primera Gran Guerra, las partidas clandestinas del Sinn Fein comenzaron a recorrer Irlanda luchando contra los ingleses invasores, encarnados en las patrullas oficiales de la policía militar, los llamados black and tans; volando aquí un cuartel, dinamitando allá un convoy, colocando espías en el mismo corazón de Londres y emprendiendo una campaña internacional para reclamar comprensión, apoyo y financiación, y culminar con éxito su campaña de independencia.

En la película, nuestro hombre tranquilo, el papel que bordaría John Wayne, respondía en la ficción al nombre de Sean Thorthorn. Un púgil de los pesos pesados que, tras una fulgurante carrera al otro lado del charco, regresaba a Irlanda en busca de paz y olvido, por haber causado involuntariamente la muerte a otro boxeador. En la novela de Walsh, en cambio, el luchador era más ligero, tenía menos envergadura y se llamaba Paddy Bawn.

"Le apodábamos el hombre tranquilo --escribió Walsh--. Era más bien pequeño, con el hábito de encorvar un hombro y la mirada fija del luchador bajo unas cejas marcadas. Había pasado quince ajetreados años en Estados Unidos, había sido uno de los mejores pesos welter y había vuelto a casa, a Kerry, buscando la paz en unos pocos acres de alguna ladera".

Una buena ocasión para completar la historia, nada tranquila, de Bawn y sus excéntricos compatriotas.