Unas cuantas, seguidas y buenas noticias han venido afortunadamente a desbloquear la imagen de la Expo 2008, un tanto paralizada en la foto fija o cliché de su pos.

El reciente traslado a Ranillas de la Ciudad de la Justicia y la próxima puesta en valor de la Torre del Agua y del Puente--Pabellón auguran nuevos, rentables y mayores usos y contenidos a la estructura institucional de la Muestra.

Sólo el cotidiano trasiego de abogados y jueces, secretarios judiciales, procuradores, miembros de las fuerzas de seguridad y clientes de la justicia va a garantizar una fuerte actividad cívica y social en el entorno de una nueva Zaragoza, con las consecuencias económicas que una caravana de profesionales de tal volumen lógicamente comportará en esa zona específica del ACTUR.

La Ciudad de la Justicia sumará su frenética actividad a la que, más discretamente, ya se viene registrando en aquellos antiguos pabellones de la Expo que han sido reciclados como sedes de diferentes departamentos técnicos del Gobierno de Aragón.

Otras secciones, incluso alguna consejería, podría trasladarse en breve plazo a la Expo.

Con esa y alguna otra operación, asimismo en ciernes, la ocupación del territorio Expo habrá ganado muchos enteros, y sentado las bases para atraer al capital privado y a nuevas sedes empresariales.

No todo es maravilloso, claro. Faltan interrogantes financieros por responder y flecos, como el del Instituto del Clima, por cerrar, pero el proyecto de Juan Alberto Belloch se va dibujando con más nitidez y los esfuerzos de Jerónimo Blasco comienzan a dar sus frutos.

A la Torre del Agua y al Puente-Pabellón compete la nada fácil tarea de acabar de enmarcar la nueva Expo con actividades brillantes e interesantes a la vez. Ambas superestructuras contarán con la más que complementaria ayuda del Palacio de Congresos, que viene vertebrando una interesante programación. En el ámbito de la iniciativa privada hay que contar los hoteles, restaurantes y centros de ocio y cultura establecidos en la zona. Sin olvidar al CAT, cuyos cubos arquitectónicos van a albergar nuevas ideas y proyectos en el mundo del diseño y la industria.

La pos-Expo se está convirtiendo en parte de la ciudad, y eso es bueno.