Entre los dos partidos mayoritarios en Aragón, PP y PSOE, hay muchas diferencias. Una de ellas, de carácter interno, pero estratégico y de interés general, es su diferente modo de enfocar sus relaciones con sus respectivas sedes nacionales.

El PSOE, en su reciente etapa de Marcelino Iglesias, se ha esforzado por colocar militantes cualificados en los organismos de la dirección nacional del partido y en los aledaños del Gobierno central, copando un ramillete de puestos claves en secretarías de Estado, direcciones generales y otros escalones de la administración. Así, Víctor Morlán, Carlos Ocaña y Eva Almunia han ocupado secretarías de Estado; Mercedes Gallizo, Instituciones Penitenciarias; Felipe Pétriz, Universidad; Fernando Gurrea, Educación; Teresa Santero, Industria; Vicente Guillén ha figurado al frente de la comisión electoral y Pilar Alegría como adjunta a la secretaría de Organización ostentada por el propio Iglesias. A esta larga lista hay que añadir, en la nueva ejecutiva federal, el nombre de Carlos Pérez Anadón.

Frente a tan nutrida presencia de socialistas aragoneses en Madrid, veamos qué ha hecho el Partido Popular de Luisa Fernanda Rudi.

¿Cómo? ¿Es que no hay nadie, ningún dirigente aragonés en Génova? ¿En Moncloa? ¿En Hacienda, Cultura, Sanidad, Economía, Deportes, Industria...? Sólo se ha colado o colocado, en Fomento, uno, Mario Garcés, exconsejero de Economía del Gobierno de Aragón, pero gracias a sus propios contactos y méritos.

Naturalmente, el resto de barones territoriales del PP, Cospedal, Valcárcel, Morago, Núñez Feijoo, Aguirre y un largo etcétera de antiguos mandatarios, comenzando por José María Aznar, han incorporado sugerencias, peones o nombres al Gobierno de Mariano Rajoy o a su más reciente etapa en el partido. Todos ellos han llamado y presionado a Ana Mato, a Javier Arenas o al propio Rajoy para recomendar a tal o cual afiliado con pedigrí, experiencia y vocación.

Todos, menos Rudi.

¿Por qué? ¿Por un prurito de honradez o para no deber favor alguno y, de paso, evitar que ningún otro compañero o compañera se traslade a la capital y crezca políticamente?

En cualquier caso, la unipersonal presencia aragonesa en Madrid con el PP-Aragón es mucho más pobre que con los socialistas.