El palacio de Sástago, sala de la Diputación Provincial de Zaragoza, ofrece una exposición diferente sobre un Salvador Dalí también distinto. Visitar, en el corazón de Zaragoza, esta interesante muestra, supone una experiencia cultural asimismo original, estimulante y complementaria de la obra pictórica, mucho más conocida, del genio de Figueras.

Sabíamos que Dalí era un gran lector, aunque casi nunca hiciera alarde de ello. Pero abundan los testimonios, amigos de su círculo, críticos o galerista de arte que lo visitaron en su refugio de Cadaqués, que lo han rememorado en posturas excéntricas, debajo de la mesa, con túnicas en el jardín, en la bañera, desnudo... pero siempre con un libro entre las manos.

¿Qué leía Dalí? Literatura y filosofía, en especial, seguramente varias horas al día. Era inagotable, como en casi todo. Como balance de sus numerosas lecturas, acabó desarrollando un gusto propio más que notable, y llegó a manejar la pluma con mucha solvencia. No en vano la educación que compartió en la Residencia de Estudiantes con Federico García Lorca o con Luis Buñuel estuvo trufada de referencias literarias, que se enriquecerían, de forma polémica, tras su estancia en París y su relación con los vanguardistas franceses, en particular con los surrealistas.

Los grabados y estampas expuestos en el Palacio de Sástago bajo el epígrafe de "Los ciclos literarios de Dalí" proceden de la Fundación A Riveira e integran tres series ilustrativas de otras tantas obras literarias: el Quijote de Cervantes, Las fábulas de La Fontaine y Los sueños de Pantagruel de Rabelais. Colecciones, unas veces litografiadas, otras al aguafuerte en punta seca, y todas las estampas dibujadas con esa mano mágica de Dalí, capaz de transformar una obra literaria maestra en magistrales imágenes donde el espíritu de los escritores citados aparece milagrosamente capturado en pocos e intensos trazos, para comunicar al lector, al espectador, nuevas formas del alma de Quijano o Pantagruel, en este caso.

El talento daliniano brilla sobre todo en su tratamiento del Quijote. A menudo cuatro esbozos le bastan para representar al héroe de La Mancha, pero las restantes figuras, los fondos o el color no desmerecen en absoluto.

Un descubrimiento y un placer para muchos.