Los datos de la Agencia Tributaria confirman que el 41% de los asalariados aragoneses cobra menos de mil euros al mes. En total, 223.256 personas. Hace dos años en esta situación se encontraba el 39% de los currantes por cuenta ajena. Es decir, la famosa reforma laboral, aquella que se vendió como que más vale cobrar poco que nada va cumpliendo sus siniestros objetivos. Cada vez hay un porcentaje mayor de trabajadores que cobran poco (y menos) aunque en el desempleo se mantengan prácticamente las mismas tasas. La cifra, sin embargo, puede inducir a una interpretación errónea. Al hablar de menos de mil, podemos creer que los ingresos estarán en 990, por ejemplo. Pues no. El año pasado, la comunidad que al inicio de la crisis rondaba casi el pleno empleo, tenía 161.818 trabajadores cuyos ingresos no superaban los 645 euros mensuales. La población activa en Aragón está por encima de las 600.000 personas en disposición de trabajar y en el paro se encuentran en torno a 120.000, aunque una parte de ellas aún perciba prestaciones y subsidios. Con esta pirámide de ingresos lo sorprendente es que la economía consiga retroalimentarse lo mínimo para no seguir cayendo y agudizar el tirón hacia abajo de los salarios. Si el PIB (la riqueza generada) se recupera ligeramente, ¿por qué no repercute en esas nóminas cuyo excedente entraría en la economía real activándola y, sobre todo, dando un respiro a los que no llegan a final de mes? Aquí lo único que crece son las campañas de los bancos de alimentos. Periodista