Podría ser el sobrenombre de un ex, capullo, o el título de otro film de Polanski, continuación del clásico La semilla del diablo. Pues no, se trata del nuevo armamento nuclear que la maquinaria Putin ha parido. Un misil balístico de alcance ilimitado que hace inútil el escudo antimisiles de los EEUU, con el que desafía al mundo. «Antes que de que tuviéramos los nuevos sistemas de armamento, nadie nos escuchaba. Escuchadnos ahora!», así se las gasta Vladimir. Tiembla Tierra, que el demonio rojo vuelve a la carga. Dan miedo estas demostraciones de poder al más puro estilo Guerra Fría, pero más terror produce pensar que el amigo ruso no es el peor de los Satanes empeñados en terminar con el planeta. Ahí tenemos a los israelíes-palestinos-jordanos que por una mala gestión de sus recursos están acabando con uno de los más preciados tesoros bíblicos y ecológicos. El bendito Mar Muerto, el cuerpo de agua más salada del mundo, con propiedades curativas, se muere. Ha bajado un metro al año desde el último cuarto de siglo, y si la tendencia persiste, el 2050 será la fecha de defunción de esta joya natural con ecosistema único, y de los terrenos que lo rodean, que por un efecto colateral del agotamiento del agua, sufren una serie de abismos infernales. La solución, bombear agua desde el Mar Rojo, un proyecto a tres bandas entre Israel, Palestina y Jordania, es un motivo más de disputas entre estos pueblos históricamente enfrentados, pero podría estar en camino. ¿Veremos finalmente sucumbir un lugar sagrado al que ya hacía referencias la Biblia?, ¿se saldrá Satán con la suya?

*Periodista y profesora de universidad