En Venezuela hay dos centros de poder. El Gobierno, dispuesto a perpetuar como sea el llamado legado bolivariano de Hugo Chávez, y la oposición, vencedora neta de unas elecciones en el 2015, victoria que nunca ha sido reconocida por el presidente Nicolás Maduro. El primero cuenta con la fuerza del Ejército, los pandilleros y la represión. La segunda, con la capacidad de convocar 100 días de protestas en las calles en las que al menos 80 personas han perdido la vida. La última invención chavista para mantener el poder es la elección de una Asamblea Constituyente a final de mes que debe redactar una nueva Constitución que otorgue todo el poder al régimen. El freno de la oposición a este desmán es la consulta plebiscitaria de ayer. Con un país desmoronado económica y socialmente y un chavismo que empieza a tener alguna grieta, el régimen juega todas sus cartas. Una, el asalto violento al Parlamento el 5 de julio, día de la independencia. Otra, la liberación del líder opositor Leopoldo López que ahora se encuentra en arresto domiciliario en un gesto que nada tiene que ver con una voluntad humanitaria. Por el contrario, lo que encierra es el deseo de evitar las presiones internacionales cada vez más persistentes y al mismo tiempo dividir a una oposición que siempre ha tenido dificultades de liderazgo. Los dos poderes se acercan al duelo final.

La muerte ayer por atropello en carretera de un ciclista en Teruel y otros accidentes con heridos registrados en la misma jornada vuelven a poner de manifiesto los graves riesgos que corren estos aficionados a la bicicleta cuando circulan en vías interurbanas. Y dejan en evidencia, de nuevo, a los conductores que no respetan las mínimas medidas de seguridad que la normativa de tráfico exige para que la convivencia en la circulación entre distintos vehículos no acabe en tragedia y esta recaiga, como tristemente se va repitiendo, en los más vulnerables, a veces víctimas de conductores bajo los efectos del alcohol o las drogas. La generalización del uso de la bicicleta debe servir para concienciar al resto de conductores de la necesidad de extremar las garantías en los adelantamientos, el momento más peligroso. La Dirección General de Tráfico ha puesto en marcha medidas de información y prepara otras de endurecimiento de los castigos para quienes reincidan en conducir bebidos o drogados con el fin de intentar frenar estos siniestros. En lo que va de año ya van 21 ciclistas muertos en carretera, pero en los últimos siete el total de víctimas mortales asciende a 340 . Unas cifras que exigen de las autoridades la búsqueda de medidas eficaces para frenarlas y de los conductores una reflexión profunda sobre la atención y el respeto al ciclista con el que comparten vía y la consciencia de su vulnerabilidad ante cualquier siniestro.