La NASA se creó en octubre de 1958 y no es necesario abundar en palabras que elogiaran semejante acierto; cara a la inevitable y deseable comunicación del género humano con el resto del Universo, es natural y cabe que sólo sea en parte posible, establecer vínculos desde esta pequeña porción del mundo e indagar qué posibilidades tendríamos de ponernos en contacto con otros planetas o de repoblarlos y explotarlos: si fuéramos los únicos habitantes de esta inmensa realidad que es el Cosmos, acaso pudiéramos extender nuestra presencia en condiciones viables, a alguno de esos otros lejanos lugares.

La NASA es la Agencia espacial que los EE.UU creó para ir extendiendo el horizonte más próximo a la Tierra, con el evidente propósito de dotar a nuestro planeta de puertas y sendas practicables con otras porciones del resto del Universo y ello no será nada sencillo ni accesible en corto tiempo; en primer lugar, imagino que se tratará de consolidar lo ya promovido y alcanzado de «aquellas maneras», como la presencia no ocasional sino permanente, del ser humano en nuestro satélite y cabeza de puente hacia planetas más atractivos.

Necesitamos incrementar como resulte posible, los vínculos con esa inmensa realidad que es el Universo y del que la Tierra no representa más que una mínima porción. ¿Seremos los únicos seres racionales del Orbe entero? Con una curiosidad casi infinita y una información nada abundante y solamente disponible para quienes marquen los caminos que únicamente, los expertos estén en condiciones de trazar. Es de temer que las precauciones puedan resultar pocas, que la paciencia sea primordial y que todo conocimiento sea casi insuficiente para señalar esas rutas que no podrán contar precisamente con carreteras asfaltadas, con sus arcenes y sus señales de tráfico.

Item más, ¿con quienes se encontrarán los expedicionarios de la NASA? Esa Agencia fue promovida por Esenhower, entonces Presidente de USA, en plena guerra fría y debe recordarse que tal creación constituyó la reacción de USA cuando la URSS, ahora simplemente, Rusia, parecía que iba a adelantarse en la carrera del espacio, al promover el lanzamiento del Sputnik, el primer satélite artificial que tomando la iniciativa en tamaña carrera, lanzaron los moscovitas el 4 de octubre de 1957; tres años más tarde, la URSS puso en órbita un vehículo espacial tripulado por Yuri Gagarín, el primer hombre que contempló desde el exterior de nuestro planeta, la curvatura de la Tierra y que afortunadamente, regresó indemne para poderlo contar.

Aquella especie de derrota infligida a los EE.UU, obligó a Kennedy a hacer pública la próxima frontera, espacial anunciando cual sería la inmediata etapa a disputar; «llevamos, dijo, un hombre a la Luna antes de finalizar la década y le traeremos de regreso sano y salvo». Y efectivamente, así sucedió. En el verano de 1969 y en una cápsula Apolo, el hombre, un piloto de los EE.UU, piso la luna, hizo por ella un corto paseo, recogió algunas muestras, volvió a la cápsula y también regresó para contarlo.

Esta vez, el espectáculo fue retransmitido «en directo» por televisión; lo recuerdo bastante bien porque estábamos veraneando en Benasque y en el hotel se nos permitió ver de madrugada, tan irrepetibles imágenes casi como si hubiéramos estado en el lugar del alunizaje pero sin riesgos.

El camino del espacio quedaba abierto y aunque no sin pérdidas humanas, abierto continúa hubo demoras y discrepancias inevitables, como la guerra de Vietnam y el choque de criterios acerca de la utilidad de las naves tripuladas pero desde 1981, la NASA recuperó el pulso y los transbordadores, primeras naves tripuladas y reutilizadas, llevaron a cabo, más de cien misiones, aunque no sin desastres como el del Challenger en 1986 y el Columbia en el 2003.

La última información de la que dispongo es de hace unos meses y la emitían conjuntamente, investigadores de la NASA y otros de la Agencia Espacial Europea (ESA), de la que forma parte España; menos da una piedra. Cuando Cristóbal Colón y su heroica gente, llegaron a lo que no se llamaría Colombia sino América, no tuvo tanta fortuna aunque si a mi juicio, mucho mayor mérito. Los de Colón no contaban ni con teléfono.