Cuando al acabar la comisión municipal que analizaba el proceso vivido con el servicio de atención telefónica municipal 010, el concejal Alberto Cubero profirió a la oposición un zafio «os jodéis», el Ayuntamiento de Zaragoza se devaluó un poco más (si cabe) en una legislatura tan densa como poco fructífera. La degradación institucional que padece la primera ciudad de Aragón desde que ZeC ocupa los sillones de mando será culpa de unos u otros, pero resulta ostensible. En 40 años de democracia, Zaragoza ha padecido corporaciones incapaces con malos gestores, pero al erosionarse así la credibilidad de los cargos públicos no «se jode», en expresión de Cubero, ni el gobierno ni la oposición; nos fastidiamos todos.