Sí, mañana voy a hacer huelga. La voy a hacer porque no necesito haber sufrido discriminación laboral por ser mujer para salir a manifestarme. Como tampoco necesito haber sufrido acoso sexual en mi trabajo. Ni haber ganado más o menos que un hombre en mi misma situación. No necesito haber sufrido un freno en mis ambiciones laborales por ser mujer, ni necesito haberme roto la crisma contra un techo de cemento para salir a la calle a reivindicar el fin de las desigualdades. Que no quiere decir que no haya sufrido todo lo anterior, o una parte. O ninguna de esas situaciones. Eso da igual porque hacer huelga mañana no es una cuestión personal, sino una cuestión de convicciones. Que nadie piense que todas las mujeres que van a parar mañana lo hacen porque han sufrido el freno laboral de ser del sexo femenino. No. Muchas de ellas han sufrido, y seguirán sufriendo, cualquiera de las muchas variantes de la discriminación que se dan en el día a día. Rara es la mujer que no tiene una historia de (más o menos) horror que contar, y solo por ser mujer. Pero lo que no podemos permitir es que lo de mañana acabe convertido en un paro de mujeres débiles, cabreadas o agraviadas. O antisistema. O ateas. O de izquierdas. Es una huelga de quienes sufren, pero también de quienes no quieren que otras mujeres sigan sufriendo más. Haré huelga mañana como mujer periodista que tiene la suerte, desde hace más de 20 años, de tener voz para poder levantarla cuando ha querido. Hoy la levanto por mí, y por cualquier mujer que la pueda necesitar.

*Periodista