Que a Podemos la falta finura (besitos aparte) parece evidente... Incluso en esta España donde la cal viva pasa del argumentario de la derecha a la de las izquierdas en una ida y vuelta tan demencial, por lo menos, como la que ha convertido a un tipo como Otegui en figura democrática. Pero todas las escenificaciones actuales (no las llamo postureo porque odio esa palabreja) arrastran incógnitas. ¿Quién tendrá, por ejemplo, la culpa de que vayamos a otras elecciones mientras Mariano Rajoy sigue de baranda en funciones? ¿Habrá que cargar semejante cosa en la cuenta de Pablo Iglesias por ser tan suyo y tan ambicioso, o en la de Pedro Sánchez por pretender juntar churras con merinas para consagrarse como presidente del Gobierno con un programa ambivalente y un grupo parlamentario de 90 diputados? Y si otra cita con las urnas rompiese el empate entre los dos bloques ideológicos (derecha e izquierda) para desequilibrarlo a favor de los conservadores... ¿Sería responsabilidad de quienes no hubiesen propiciado un ejecutivo progresista o de los mismos electores, cuya infidelidad temen hoy todos los partidos?

En los últimos días, desde el PSOE se advierte a Podemos que los ayuntamientos del cambio se pueden venir abajo como no haya buen rollo entre socialdemócratas y alternativos. Tiembla, Santiesteve. Pero... ¿No debería agobiarse en igual o mayor medida un Lambán que se sienta en el trono del Pignatelli gracias a la amabilidad de Echenique? Porque la distribución del poder tras las últimas autonómicas y municipales (salvo en Andalucía y poco más) ha beneficiado alternativamente a las dos principales fuerzas de la izquierda. Caso de que el arreglo se rompiese, ambas sufrirían las consecuencias. Si unas nuevas elecciones generales acaban mal, una y otra saldrán perdiendo. El destino de socialistas y podemistas se ha enredado en un único nudo. Su ruptura por las bravas (como hizo Alejandro Magno con aquel de la ciudad de Gordio) puede perjudicar a las dos partes.

De momento, tanto Echenique como Lambán le quitan hierro a la situación. ¿Por cuánto tiempo?