Es difícil adivinar por qué calla la Caja-Banco aunque se comprenda que, siendo tantos los que critican la despectiva actitud que adopta aquella entidad de crédito con el todavía legalmente existente Instituto de Humanidades y Museo Camón Aznar, puedan creer que se trata sólo de una tormenta que ya pasará y que además, nadie es tan perenne como una entidad bancaria.

Pero lo cierto es que guarda silencio y que no parece que sea por vergüenza torera de lo que sin embargo, persiste en hacer aquella entidad en vez de rectificar su inverosímil iniciativa, respetar los derechos de la familia Camón Aznar y dar explicaciones razonables a la opinión pública.

Como nada de eso se ha producido, hay que pensar que tan persistente silencio obedece a motivos impublicables y que si a la Caja-Banco no le conviene o no le es posible exponer sus motivos acaso porque son solo sinrazones, tanto la familia Camón Aznar como la ciudadanía, continuará preguntándose qué estará pasando y cuánto más tiempo pasará sin que se conozca lo qué ha sucedido y cuáles tienen que ser los pasos siguientes para reponer el justo estado de las cosas.

Dicen que nada es tan discreto que el silencio y frecuentemente, así es. Hubo hace bastante tiempo, un político que alcanzó fama de talentudo, sólo por recatar su pensamiento en vez de prodigarlo en declaraciones. "Tenga usted en cuenta, le confesaba irónicamente a un periodista, que callando paso por prudente y disimulo cierta incapacidad mía para razonar si el asunto es de los deslizantes".

Russel dijo algo parecido: "bienaventurados los que no tienen nada que decir y lo callan" pero hay puestos que no permiten guardar tanto silencio y en última instancia, opino que son más bienaventurados aún, los que yerran y tienen la gallardía de subsanar sus errores en vez de mantenerlos en perjuicio de terceros.

Aceptando sin reservas aquello tan publicitario de que "la Caja es cosa de todos", no basta con esperar al día en que sus dirigentes se arrepientan del ominoso silencio que guardan, sino que es justo recabar ya, explicaciones detalladas y verídicas, que desdigan de paso, la creencia algo popular pero totalmente incierta de que los Camón hubieran donado "gratis et amore" el millar de obras de su colección artística a la entonces sólo Caja, sin que ésta no asumiera obligaciones importantes (además de vitalicias), de las que ahora desea desprenderse sin contar con otra voluntad que la propia.

ES OCIOSO SUPONERSE siquiera, que la conversión en Banco de la Caja sirviese para que esa parte se desentendiera de lo pactado con los Camón;eso requeriría inexorablemente, un nuevo pacto con dicha familia. ¿Sería posible ignorar que esa transformación de Caja en Banco, no afectaba en absoluto al pacto concernido y que ese pacto subsiste inintegrum sin que la Caja-Banco pudiese modificarlo o resolverlo por su sola voluntad? No; no es ni debatible: el Banco asumió todas las obligaciones de la Caja, salvo que hubiera pactado con los herederos de los Camón lo que ni siquiera se ofreció a esa familia que está siendo desoída como si no existiera y como si la Caja-Banco sólo tratase con sus iguales.

Honradamente, esa deplorable actitud de la Caja-Banco entiendo que carece de viabilidad jurídica y si los dirigentes de la Entidad tuviesen dudas, opino que les bastaría hacer una consulta a su excelente Servicio Jurídico para que se les disiparan todas aquellas. Lo triste sería que la familia Camón se viera compelida a recabar de los Tribunales la declaración judicial de lo que las dos partes jurídicamente concernidas, saben sobradamente que es lo que procede hacer en Derecho aunque claro, no es lo mismo tener que "perseguir en juicio lo que se nos deba" esto es, pretenderla declaración judicial del propio derecho, que el noble reconocimiento de ese derecho por la Entidad deudora sin necesidad de pleito alguno. Aquella es una persona física que además, no nada en la abundancia, mientras que la demandada es esa entidad de crédito;la primera se sabe mortal además de escasa de recursos, mientras que a la segunda no le faltan medios y en tal sentido se mueve en su elemento. Vale más entenderse que un buen pleito; en fin, "veremos,dijo unciego".