Situada de forma inesperada a las puertas de una nueva carrera electoral, la jornada del Primero de Mayo ha tenido esta vez un marcado carácter político. Los líderes sindicales han aprovechado la ocasión para hacer un llamamiento explícito al voto favorable a las opciones que impulsan un cambio político progresista y que faciliten la formación de un Gobierno proclive a las reivindicaciones sindicales. Entre ella estará sin duda la derogación de la última reforma laboral, la que ha sostenido la dura política de austeridad del PP, y considerada el elemento fundamental de la precariedad laboral y salarial. Cansados de jugar a la defensiva durante los largos años de la recesión, los sindicatos han decidido dar un giro en su estrategia y pasar de defender derechos a exigir la recuperación de los perdidos en el camino. El anuncio de este cambio se comprobó ayer cuando los dirigentes sindicales no descartaron una huelga general. Los efectos de la mejora económica no se están notando entre quienes peor lo han pasado. Los sindicatos anuncian ahora un juego al ataque. El nuevo Gobierno ya tiene deberes sobre la mesa.