Esta semana hemos asistido a otra astracanada (farsa teatral disparata y chabacana) de Mariano Rajoy, quien tras proclamar, con esa impostura de la que hace gala, que urgía formar gobierno, se tomó una semana para convocar a su Ejecutiva, o sea a él mismo, anunciando que trataría el asunto de las seis condiciones y la fecha de investidura que propuso Ciudadanos. Rajoy, fiel a su estilo de no dar un palo al agua, salió de la reunión diciendo que ni se había tratado el tema de las seis condiciones ni la fecha de investidura.

Supongo que el cabreo del señor Albert Rivera, tras varias bajadas (políticas) de pantalones, sería considerable al escuchar cómo Rajoy le tomaba el pelo de modo manifiesto. Y algo debió de ocurrir tras la esperpéntica rueda de prensa de Rajoy, donde el de Pontevedra volvió a mentir sin el menor recato, pues apenas 24 horas más tarde rectificaba y anunciaba fecha de investidura para el 30 de agosto.

Y en apenas otras 24 horas, todo discurrió a una velocidad impensable tras meses de parálisis absoluta; tanto que el viernes por la mañana los portavoces del PP y de Ciudadanos se declararon amor recíproco. Quién lo iba a decir de aquéllos, los autoproclamados "regeneradotes", que apenas dos meses atrás prometían a sus electores que nunca harían presidente a Mariano Rajoy porque lo consideraban el principal muñidor de toda corrupción y el culpable de la pérdida de calidad democrática en España.

¿Qué ha pasado en estos últimos días para que Albert Rivera y sus incondicionales hayan cambiado de opinión de modo tan drástico? ¿Les ha surgido de repente un nuevo sentido de la responsabilidad? ¿Se han dado de bruces con la razón de Estado? ¿Se inmolan incumpliendo sus promesas en aras de la gobernabilidad del país? ¿O hay algo más que ocultan tras esos rapidísimos y copernicanos cambios de opinión de quienes venían a hacer una nueva política?

Nadie sabe, o al menos nadie lo dice, qué ocurrirá a comienzos de septiembre, si Rajoy logrará formar gobierno, o si fracasa y entonces lo intentará de nuevo el señor Pedro Sánchez, o si habrá nuevas elecciones que Rajoy ha calculado para que se celebren, en su caso, el domingo 25 de diciembre?

En mi opinión, si hubiera una verdadera altura de miras en los de la nueva política, PSOE, Podemos y Ciudadanos deberían ponerse de acuerdo y pactar para poner en marcha un país nuevo y decente en el que la corrupción se convirtiera en una vieja pesadilla ya superada.

No lo harán. Menudos son estas gentes de la nueva política.

Escritor e historiador