Cierra los ojos. Piensa en su risa. Cierra los ojos. Piensa en aquellas palabras que te sonaron a gloria. Vuelve a buscar ese sonido que te emociona, el que consigue conmoverte. El sonido que no vas a olvidar nunca porque cambió ese día o esa noche. Piensa en esa canción que no puedes quitarte de la cabeza porque te recuerda a ella. O esa otra que repites a cada momento porque tu hijo te pide que la pongas una y otra vez en el coche. Esas carcajadas cuando comprueba que te inventas siempre la letra porque no consigues aprenderla como él. Sus pequeñas pisadas en mitad de la noche buscando refugio al miedo.

Recupera en tu memoria el sonido de aquella lluvia impresionante que rompió el silencio de tu casa y te despertó de una desagradable pesadilla. O aquel sonido de la puerta al abrirse cuando él aparecía en mitad del día de manera inesperada para acompañarte y llenarte de abrazos. El suspiro de tu hermana cuando las cosas se torcían, el estruendoso estornudo de tu hermano que hacía que te partieras de la risa, el canturreo de tu madre mientras probaba el pisto que acababa de cocinar para todos vosotros. El ruido de las cazuelas. La radio de fondo anunciando que el temporal se alejaba o que la política había comenzado a cambiar. El maldito grillo de las noches de verano y los pájaros que te recordaban que amanecías en un lugar donde aún los pájaros tienen un sitio en el que hacerse oír. El llanto de tu hijo. Ese primer llanto que cambió tu vida y que nunca te quitarás de la cabeza.

Y ahora piensa que te arrebatan todo eso de golpe. Que no escuchas a tu hijo cuando llora y tampoco cuando ríe. Que te llama por la noche cuando el miedo le envuelve y tú no puedes reaccionar, simplemente porque no le oyes. Piensa que miras a los pájaros, que los ves moviendo el pico y solo hay silencio a tu alrededor. Que alguien te susurra un "te quiero" que se pierde en el aire como si no hubiera existido nunca. Imagina que la ventana golpea fuerte contra el marco y no te has dado cuenta porque estás de espaldas. Supón que buscas esa canción que aún te provoca un nudo en la garganta y cuando la encuentras tus cascos no emiten ningún sonido aunque la melodía está en marcha. Esa sensación de vacío es la que teme Marcos cada día. Se quedó sordo con 5 años y con 20 consiguió que le pusieran un implante coclear. La crisis ha hecho que esto sea un lujo ahora para muchas familias. Algunas han tenido que dejar de oír. Tal cual. Actualmente, dice Marcos, "la Seguridad Social no cubre el mantenimiento ni las caras reparaciones de estos implantes". Por eso ha puesto en marcha la campaña Tusonidofavorito.es. Y ahora dime: ¿cuál es ese sonido que te dibuja inmediatamente una sonrisa en la boca?

Periodista