El número dos de la fallida sociedad Agrovalle, que pretendía impulsar el polígono de Mallén, declaró ayer ante la jueza que investiga las presuntas corruptelas en la gestión municipal del proyecto. El imputado reconoce que gastó altas cantidades en hoteles, saunas y burdeles para captar a clientes y socios. La DGA ofreció casi dos millones de subvenciones a esta empresa. Si grave es que no hubiera control sobre en qué se gastaban los dineros públicos, más lo es que fuera la propia DGA la que orientara a estos gestores sobre las ayudas que podían pedir y no hicieran seguimiento de las mismas.