Tras una campaña ininterrumpida desde las elecciones autonómicas y municipales de mayo del 2015, volvemos a votar; mucho tiempo para constatar la profunda crisis que atraviesa el país, donde los partidos y sectores dominantes han perdido la hegemonía y la dirección de la sociedad, mucho tiempo sin que despunte lo nuevo y las promesas demagógicas oscurezcan el futuro.

Si las encuestas se cumplen, ningún partido tendrá mayoría suficiente para gobernar, solo los bloques de izquierda y derecha podrán optar a configurar mayorías, apoyados transversalmente. Obligar a formar coaliciones que eviten los abusos vividos recientemente, la corrupción y el uso partidista del poder, es lo que quieren la mayoría de los ciudadanos repartiendo el voto en cuatro opciones políticas. El multipartidismo marca una dinámica distinta, porque el rival está al lado, no basta con tener más votos,(doctrina Rajoy); hay que sumar mayorías en el Parlamento, y ahí puede ser más útil ocupar el espacio central, con los suficientes diputados, para determinar una u otra opción de gobierno. Tendremos que acostumbrarnos; conforme nos alejamos de los modelos bipartidistas alemán, francés o británico, nos acercamos más al modelo italiano, abandonados a nuestra sutil capacidad de entender las relaciones políticas y los equilibrios de poder.

El descarrilamiento de las opciones mayoritarias tiene difícil arreglo. El PSOE lleva tiempo siendo a la vez un partido descosido y mal cosido, gasta gran parte de sus energías en romper y suturar las heridas de las confrontaciones internas. El PP es una formación encorsetada, esclerotizada, más pendiente de su impunidad, sus ajustes internos, su militancia y sus poderes fácticos, que de los problemas de los ciudadanos.

Ambos han perdido contacto con la realidad, hablan de ella ausentes, desde lejos, sin dejar que les toque la voz de quienes más lo necesitan. Parecen ciegos, callados en el silencio mutuo. Pero la realidad no se limita a lo que podemos entender, no es el deseo sino lo que existe, y lo que existe ahora es una falta de alternativas para resolver esta crisis interminable.

Enrocados en las mismas posiciones, hemos llegado a una situación en que todos los partidos actúan, bajo la amenaza de que si se mueven están perdidos. Prisioneros de sus propios espacios y cautivos de sus validos, quieren gobernar sin arriesgar, liderar sin coste, sin confrontar con los intereses de los de dentro .En la nueva política de ideología fina, de candidatos flexibles y maleables como juncos, todos buscan adaptarse a los intereses más particulares y egoístas de los ciudadanos con propuestas populistas.

Todo indica que el PP será el partido más votado, no podrá formar gobierno por sí solo y necesitará apoyos para ello. Difícil lo tienen, Mariano Rajoy ha presenciado un interminable desfile por los juzgados de gente de su entorno, sin inmutarse. Ni Ciudadanos ni nadie, pueden facilitar su investidura sin buscarse su propia ruina. ¿Cómo justifican ser abanderados de la regeneración y darle la presidencia del gobierno al máximo responsable político de la corrupción en este país?.

Quienes desde la derecha buscan que el PSOE sea la tercera fuerza para forzar su apoyo a un gobierno del PP, se equivocan, el PSOE no puede darle el gobierno, ¿porqué ahora y no hace seis meses?, podrían decir. Están recogiendo tempestades de los vientos sembrados; además de arruinar a gran parte de las clases medias y trabajadoras con su fracasada austeridad, hicieron de su mayoría absoluta un viaje a los infiernos del pasado, con su autoritarismo y desprecio a quien no comulgaba con sus ideas.

Seguramente los socialistas fantaseaban con recoger los votos quemados del austericidio popular, pero cuando el PP pinchó, ya no estaban ahí .Ese espacio lo disputaban otros, a los que nunca dieron importancia; "flor de un día" ,pontificaban algunos de los que hoy conducen el barco socialista hacia el acantilado. Se produzca o no sorpasso el día 26, ¡que mas da!, de hecho ya se ha producido. La hegemonía en el bloque de la izquierda está compartida. Si como parece este bloque tiene mayoría, gobernar desde la izquierda se hará tan incontestable como urgente superar sus antagonismos, agudizados con la dirección de Podemos, no tanto por sus propuestas como por el abismo que las separa de sus actuaciones y deslealtades posteriores. Entonces será el momento de debatir, lo no hecho en campaña; propuestas, contenidos, programas, alternativas a los problemas de la gente en pensiones, sanidad, educación, Europa, deuda, financiación de las familias, políticas sociales, empleo, corrupción, fiscalidad, reforma constitucional... si hay acuerdos será el momento de gobernar, ¿cómo?, conjuntamente, como lo están haciendo en la Comunidad Valenciana, o prestando los apoyos a quien tenga más diputados, como ocurre en Aragón. ¿Será posible? "No se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo", decía Abraham Lincoln.