El poder judicial se está convirtiendo en España en una especie de cordón sanitario contra la corrupción. Deseamos que sea capaz de contener la epidemia, pero vemos con preocupación cómo se abren claros entre sus filas, siendo algunos de sus miembros inoculados por el virus, o bien abandonando un combate que creen perdido.

Como lo han perdido ya, por desgracia, los otros dos poderes, el ejecutivo y el judicial. El Gobierno del PP no acierta a erradicar una lacra que se destapó con los casos Bárcenas, Matas y Fabra, y que no ha parado de crecer hasta los Urdangarín, Granados y González. Las medidas que se han adoptado para intentar sanear los partidos políticos y sus actividades financieras o económicas no han dado resultados. Tampoco el Congreso de los Diputados --poder legislativo--, ha aprobado normas adecuadas para paliar la pandemia, cuyos efectos se multiplican, en vez de disminuir.

Pero, ¿cómo son los jueces, de qué modo trabajan a diario, a qué presiones están sometidos? No son sacerdotes ni dioses, aunque alguno opine lo contrario, pero en su altar se consagran o condenan cosas demasiado importantes como para frivolizar. Entre ellas, la verdad.

En la ficción, pero hablaríamos de muy verosímiles ficciones, me gustan las novelas de la jueza Graciela Moreno porque son tan reales como el trabajo que ella misma desempeña en un juzgado de Barcelona.

No coincido con ella allí, sino en Valencia Negra, un festival de género que tres autores levantinos, Jordi Llobregat, Santiago Álvarez y Bernardo Carrión han puesto en pie en pocos años con tal imaginación y acierto que se ha convertido en una cita ineludible, y aprovechamos para comentar el día a día de cientos de magistrados alejados de los roles de jueces estrella, pero en constante lucha contra toda clase de corrupciones, violencia y crimen.

La nueva novela de Graciela Moreno (Flor seca, editorial Al Revés), plantea un caso interesante en el que se mezclan la corrupción económica (chantajes a políticos y policías), la prostitución y el asesinato. Con un amplio despliegue de personajes que abarcan toda la cadena de nuestro sistema judicial y policial, desde un mosso d’Esquadra hasta la jueza instructora, más inspectores, secretarios judiciales, forenses y un amplio elenco de caracteres nacidos de la imaginación de una autora situada en lugar idóneo para contarnos qué pasa en los juzgados y en el tercer poder.