Los niveles de tensión e intriga en la presente campaña electoral están alcanzando cotas desconocidas. Hay enconamiento, emboscada, ataque oblicuo y frontal... Los candidatos tratan de solucionar desesperadamente el enigma del poder mientras se juzgan unos a otros como sospechosos del delito de hurtarse el pastel del gobierno. Que, en el fondo, sería mal menor, rifirrafe o mera falta si lo comparamos con el peor de los males que sus señorías en funciones podrían llegar a provocarnos: cargarse la democracia.

El suspense llegará al máximo nivel durante la semana próxima, la primera del ciclo poselectoral, cuando los partidos vuelvan a sentarse en busca de alianzas o pactos y el Rey comience a convocar a los aspirantes a presidir el Gobierno.

Solo podrá serlo, de los cuatro candidatos que aspiran con posibilidades, uno de ellos. El resto deberá esperar a intentarlo de nuevo, aunque, ¿no les parece que la intriga electoral, elevada al enfrentamiento, exige una víctima? ¿Quién será el perdedor, el muerto en el armario, Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias o Albert Rivera? Alguien tiene que darse el castañazo, bien en votos, bien en escaños, en los despachos, en su propio partido... De la misma manera que en la novela policíaca siempre hay un fiambre....

Eso era, al menos, lo que el maestro S. S. Van Dine, uno de los fundadores del género, aconsejaba a sus discípulos, antes de los años 20, con sus "20 reglas de la novela policíaca". Siendo esta una de las principales: "En una novela de detectives tiene que haber un cadáver y cuanto más muerto esté mejor. Después de todo, el tiempo y el gasto de energía del lector deben ser recompensados". Otro mandamiento apuntaba a la misoginia del investigador: "No debe haber intriga amorosa. El asunto es entregar al criminal a la justicia y no llevar a una pareja perdidamente enamorada al altar". Y un tercer consejo a propósito del malo: "El culpable tiene que ser un personaje que haya desempeñado un papel más o menos importante en la historia, una persona que ya conoce el lector y que le resulta interesante". Como interesantísimas son las novelas de Philo Vance, el detective imaginado por S. S. Van Dine, cuya serie, comenzando por El caso del asesinato de Benson está volviendo a editar el sello Reino de Cordelia.

Pase lo que pase en el Congreso, la consigna de sus maquiavélicos protagonistas será: que parezca un accidente.