Bueno, queda claro que algo pasa. Ya no se trata de que la Iglesia Católica y las derechas más carpetovetónicas se manifiesten contra el reconocimiento de libertades y derechos básicos (como el matrimonio entre homosexuales, por ejemplo), sino de que la represión en sus diversas formas persigue sin recato a cualquier artista, tuitero, rapero o titiritero que se salga del tiesto. Empezamos a llamar la atención en el resto de Europa (solo falta lo de Cataluña). No es normal que un juez condene a quien solo puso su cara en una imagen religiosa o que Arco censure fotos o, peor aún, que un cantante (o lo que fuere) afronte más de tres años de prisión por recitar absurdas barbaridades más patéticas y ridículas que ofensivas.

Esto no pasaba en los 80 ni los 90. Siempre recuerdo aquella exposición de Mattlethorpe, con sus famosos cristos negros desnudos e hiperdotados, ¡en la Diputación Provincial de Zaragoza!. Y no pasó nada. Chistes sobre la muerte de Carrero Blanco los contaban Tip y Coll en TVE. No les digo si repasamos las letras de famosas canciones de la Movida madrileña, el rock radikal vasco u otras músicas de la pos-Transición. Ahora todo eso sería delito. Pero, claro, entonces había un ten con ten, un protocolo democrático, una especie de equilibrio implícito entre las Españas ideológicas. Lo cual, en mi opinión, empezó a romperse con la mayoría absoluta de Aznar, cuando la derecha se quitó los complejos y volvió a las andadas.

Digo la derecha porque, a estas alturas y teniendo en cuenta las burradas fascistoides que corren por ahí, resulta tan evidente como significativo que toda la leña se les reparta siempre a presuntos izquierdistas. Y los ultras del otro lado... ¿qué?

José María Aznar tuvo el mérito de rescatar la tradición ofensiva y mandona de la derecha hispana, de toda una forma de ver este país y el mundo entero. El toro español anda suelto. Vuelven los mitos políticos y religiosos forjados en la Restauración, exaltados por el franquismo y difuminados por la Transición. Por ahí le va a meter el cuerno Cs al PP.