Los caminos del fútbol a veces son impredecibles. Uno de esos senderos insospechados será el que llevará a Pablo Alcolea a la titularidad el domingo contra el Llagostera, salvo contratiempo físico o inesperada alineación astral. Quién le iba a decir al portero aragonés que esta temporada se iba a ver en estas. La lesión de Bono en Vitoria, que lo mantendrá de baja al menos dos semanas, y las molestias de Whalley, que a la par había perdido cierta credibilidad de puertas hacia dentro por pequeños detalles, le permitirán ponerse bajo palos.

Alcolea no ha dicho nunca una palabra más alta que la otra. Se ha dedicado a trabajar y a esforzarse en silencio. Ahora, cerca de cumplir 26 años, tendrá otra oportunidad. Es un momento difícil para el Zaragoza, después de una derrota fea, con mala actitud, mala respuesta y peor resultado. Alcolea merece el abrigo de todos.