Para qué tanto revuelo por las conocidas indemnizaciones. Sus señorías tienen que viajar, trasladarse a sus domicilios propios o coyunturales. ¡Qué nos importa saber si van por motivos de trabajo o por otras razones! Lo que ocurre es que está el personal muy sensible, y los alborotos se forman porque, detrás de una supuesta mala utilización de los destinos económicos para los que fueron asignados, subyace el gasto excesivo de los sueldos que tienen los diputados. Para terminar de aclarar las cosas, el presidente de las Cortes, Jesús María Posada, informa que se van a dar a conocer los viajes de nuestros representantes pero globalmente, nada de detalles, sobre todo porque hay algunos que pertenecen a la categoría de lo discreto (sic). Su comparecencia resultó de una arrogancia que raya el nepotismo, ya que pone en evidencia una realidad tantas veces sopesada y denunciada. El desglose de los sueldos de los políticos parlamentarios resulta ser una operación de multiplicandos por multiplicador para llegar a un producto millonario. Pero para qué necesitamos saber las asignaciones por comisiones, por viaje nacional o extranjero, por representaciones, por los taxis y gasto de vehículo, que no hace falta, pónganse un sueldo decente, de esos que espera obtener cualquier trabajador por ocho horas de curro, sin más complementos que realizar honestamente bien su trabajo, y la cosa se tranquilizará. Lo de fiscalizar complementos no sirve más que para intentar tapar lo que es un clamor del pueblo soberano. Luego dirán que peligra la sanidad pública y las pensiones, no han de peligrar, si el prorrateo de los presupuestos se hace como el que parte y reparte se queda con la mayor parte. Pintora y profesora