Una encuesta realizada recientemente por «Simple Lógica» se suma a las muchas que vienen augurando grandes resultados para Ciudadanos en las próximas citas electorales. La mayor parte de los analistas pensaba que el éxito sin precedentes de los naranjas en las elecciones catalanas no tendría reflejo en el conjunto de España, sin embargo, todo parece indicar que una bien calculada actitud beligerante ante el procés ha catapultado a los de Rivera a los primeros puestos de la tabla.

Ciudadanos ha rentabilizado casi en exclusiva los beneficios electorales de una oposición al independentismo mucho más radical que la de los otros dos partidos constitucionalistas. A Ciudadanos no le pesa, como al PP y al PSOE, el lastre de décadas transigiendo con el nacionalismo. Al contrario, Ciudadanos ha venido capitalizando en votos, poco a poco y desde su creación, esa resistencia activa y valiente, hasta eclosionar en los últimos procesos electorales.

La encuesta que he mencionado antes da a Ciudadanos como ganador en las tres provincias aragonesas. Eso supone un salto mortal con triple pirueta hacia adelante, que de confirmarse, sólo se explica por un masivo trasvase de votos del PP, del PSOE y hasta de Podemos hacia el prístino centro político en el que los naranjas se han hecho fuertes.

Bien se ve que a los tercos aragoneses les ha ganado el alma la obstinación de Ciudadanos en Cataluña. Bien se ve que su apoyo sin fisuras a la aplicación del artículo 155 (que ha permitido por ejemplo que de una vez por todas hayan vuelto a Aragón los bienes de Sijena) ha producido unos extraordinarios réditos electorales, también en Aragón. Bien se ve que el liderazgo de Rivera y su desideologizado discurso van calando en el sensato aragonés medio.

Con esa expresión, «bien se ve», empieza una conocida jota que habla de amores maños, de plomos que hieren las alas y de la nobleza de una tierra de proverbial aridez, que necesita preservar la poca o mucha agua que baje por el Ebro, sin que su caudal se vea comprometido por las aspiraciones de otras tierras al este y al sur, acaso más sedientas que la nuestra, pero también más pobladas y por tanto con un mayor capital de los preciados votos que el Sr. Rivera necesita para llegar a la Moncloa.

Bien se ha visto que esta tierra de polvo, niebla, viento y sol, con buen criterio, ha penalizado reiteradamente en las urnas a las fuerzas políticas partidarias de los grandes movimientos de aguas, y que, conociéndolas o no, la mayoría de los aragoneses entiende las razones por las que la Directiva Marco Europea del Agua desaconseja absolutamente cualquier trasvase entre cuencas hidrológicas.

Quiero recordar un hecho y una anécdota recientes. El hecho: El pasado 17 de enero, Ciudadanos presentó en el Congreso una Proposición no de ley para reformar y adaptar el Plan Hidrológico Nacional al cambio climático. No es ningún secreto que entre las medidas propuestas se plantea la reapertura del debate sobre el trasvase del Ebro, como el propio Secretario General de Ciudadanos, José Manuel Villegas, reconocía hace sólo unos meses, en una entrevista a Heraldo de Aragón.

La anécdota: En las últimas elecciones autonómicas aragonesas, a un candidato del partido naranja le preguntó un perspicaz periodista: ¿El Ebro tiene excedentes de agua, sí o no? El así interrogado, que conocía de antemano la pregunta, hizo bien en asesorarse con expertos en la materia. Por supuesto, las sugerencias que recibió eran demasiado largas y estaban demasiado llenas de matices y explicaciones para la paciencia del periodista y para el interés del político en ciernes, que sólo querían un sí o un no.

Entonces, como ahora, Ciudadanos Aragón está respecto del trasvase del Ebro en el mismo dilema en el que se han encontrado todos los políticos aragoneses que han militado en partidos trasvasistas de ámbito nacional: ¿Cómo explicar a los votantes de esta tierra hermosa, dura y salvaje, que «el agua debe repartirse» (Villegas dixit) y que conviene al interés general de España llevársela de aquí para regar esas tan pobladas tierras del este?

Y allá va la despedida: sólo cabe esperar dos cosas, que los líderes de Ciudadanos expliquen y defiendan en Aragón la postura de su partido sobre el trasvase, con la misma valentía que han tenido en Cataluña para enfrentarse al independentismo; y que si no se les convence, los votantes aragoneses utilicen un poco de agua de la Ribera del Ebro para atenuar la euforia que provocan los encendidos discursos del Sr. Rivera (con «v» de trasvase).

*Escritor