De pequeños nos decían que los truenos se producían al moverse los muebles en las habitaciones del cielo. Y nos lo creíamos. Como ahora creemos que la bolsa sube o baja debido a hechos que ocurren en la economía real. No sé si hay mudanza en el cielo cuando retumba la tormenta, pero lo que sí parece es que lo que ocurre en la bolsa pocas veces está relacionado con el mundo real.

La bolsa nació como un mecanismo ideado para que las empresas pudiesen captar capital de manera sencilla y para que quienes tenían participaciones en empresas las pudiesen vender cuando precisasen. Era un lugar donde las empresas emisoras eran las protagonistas y lo que les sucedía marcaba, para bien o para mal, el precio de sus acciones. Si una empresa fabricaba paraguas, bajaban en años de sequía o subían en los de mayor precipitación.

Pero los hombres somos muy listos, a veces demasiado, y sobre ese mundo real se fue construyendo un mundo financiero altamente sofisticado. Se pensó que las acciones podían comprarse y venderse hoy, pero también fijando los precios en un futuro, que se podrían alquilar acciones, que se podrían mezclar valores de varios tipos para crear productos complejos. La complejidad de los productos fue alejando poco a poco los valores de las empresas emisoras y los precios, y el mercado en general, comenzaron a tener vida propia. Las empresas emisoras ya no eran tan importantes y los valores subían y bajaban sobre todo por los intereses de quienes los compraban y vendían.

Esta economía financiera ha crecido de forma monstruosa y se ha sofisticado tanto que una de las razones para que el centro financiero europeo esté en Londres y no en Fráncfort es que las comunicaciones desde la bolsa de New York llegan a la City varios milisegundos antes que a Alemania por mero ancho de banda, calidad de las comunicaciones y... cercanía física. Así los ordenadores que mueven miles de millones en Londres pueden reaccionar unos milisegundos antes que los de Fráncfort, sin importar si llueve o hace sol. ¿Puede creer alguien que los altibajos de la bolsa tienen una causa real? No, se deben a que las corrientes especulativas han decidido mover el dinero de un lado a otro y cualquier excusa vale: la atonía de la economía europea, la bajada del petróleo, el ébola- ¿Qué más da? A posteriori todos somos capaces de explicar casi cualquier cosa.

El mundo financiero, divorciado totalmente de la economía real, está inundado de dinero. A diferencia de lo ocurrido en el crack del 29, los incentivos de los bancos centrales prácticamente no se han traducido en inversiones e impulsos para la economía. El muchísimo dinero inyectado en el sistema está fundamentalmente embolsado en las capas de la sofisticación financiera, dándole alas, de nuevo, a banqueros de inversión. Fondos y especuladores en general. La crisis de la que creemos estar saliendo se gestó por la abundancia de dinero barato. Ahora la liquidez inunda el sistema y, además, se siguen imprimiendo billetes y los tipos están en Europa, Japón y EEUU rozando el cero, más barato imposible. Como el dinero no llega a la economía real se queda en el mundo financiero y este lo usa y lo vuelve a usar. De ahí el apetito inversor de los fondos de todo tipo.

LA SEMANA pasada decidieron poner un poco de animación a las aparentemente aburridas aguas financieras. La bolsa cayó, la prima de riesgo subió. Se buscaron causas y, como el mundo está tocado, se habló de la atonía de la economía europea, del bajo precio del petróleo como indicador de problemas serios en los países emergentes, y hasta del ébola. Todo sirve para explicar una caída repentina de la bolsa. Se habló de pánico inversor por dos días de caída y solo hicieron falta unas declaraciones desde la Reserva Federal y el BCE reconociendo que la economía está débil y que había que seguir inyectando dinero para que al menos temporalmente se estabilizasen los mercados. Nadie sabe si la tormenta ha pasado o volverá con más fuerza.

Los yonquis del dinero son quienes mueven los hilos de la economía mundial, no los políticos ni los empresarios. Especulan con materias primas, con alimentos, con deuda soberana- No es nada personal, solo es dinero. El resto de los mortales solo podemos hacer una cosa: trabajar para que la economía vaya mejor y así se pueda crear empleo. Habría que regular algo más la sofisticación financiera, pero no creo que podamos esperarlo de nuestros políticos. Así que cuando veamos una turbulencia en la bolsa solo cabe ponerse a cubierto y que quienes la mueven se cansen antes de hacer mucho daño aquí abajo en la tierra. Y si piden que los bancos impriman más billetes, pues que lo hagan. No hacerlo acabará siendo peor para todos.

Consultor