Hace algo más de un año, cuando se fraguó la alianza que dio lugar a La Izquierda de Aragón como suma de CHA, IU y la Iniciativa Social, quien suscribe estas líneas se sintió alborozado por lo que entendió un paso en una dirección no solo correcta, sino estrictamente necesaria. La Iniciativa Social, como suma de diferentes movimientos que apostaban por ese proceso unitario, entre ellos, las Mesas de Convergencia, fue el verdadero motor de impulso de la alianza.

Hubo quienes entendieron que el paso era excesivamente corto, pues, una vez lanzado el proceso, los partidos marcaron la agenda y buena parte de los contenidos. Sin embargo, desde mi punto de vista, conseguir la alianza de dos fuerzas que compiten, en ocasiones, por un espacio electoral cercano, debía ser entendido como un éxito.

EL TIEMPO HA PASADO. No es mi intención hacer balance del desarrollo de la actividad de La Izquierda de Aragón a lo largo de este año y medio. Lo que me interesa es reflexionar sobre las condiciones de amplios procesos unitarios en la actual coyuntura, que ya no es la misma que en 2011. No es la misma porque la crisis se ha profundizado, porque el gobierno del PP está procediendo, a marchas forzadas, a destrozar el "estado social y de derecho" que refiere nuestra Constitución, porque otras experiencias unitarias se han producido, tanto en España como fuera de ella. Y sobre todo, porque el momento es de una extrema gravedad.

Desde mi punto de vista, ese proceso unitario del que la experiencia de La Izquierda de Aragón fue ejemplo, se vuelve absolutamente imprescindible y por ello se hace necesario pensar, reflexionar para superar los problemas que lo obstaculizan y que están presentes tanto en la parte partidaria como en la parte social del proceso.

Hablamos de un proceso en el que deben confluir organizaciones políticas, movimientos sociales y ciudadanos individuales, un proceso complejo y del que no existen experiencias previas. La política ha sido encauzada tradicionalmente por los partidos, pero ese cauce se nos hace estrecho.

Construir un nuevo cauce debe superar, entiendo, al menos dos problemas. Del lado de los partidos políticos de la izquierda real se debe tomar conciencia de que ya no pueden ser la vanguardia del proceso, sino sus acompañantes e impulsores. Entiendo que, en estos momentos, el movimiento ciudadano, encarnado por mareas y movimientos varios, desborda a los partidos y ninguno de ellos puede pretender convertirse en la expresión política del mismo. Especialmente porque la desconfianza que buena parte de la ciudadanía muestra, de manera quizá injusta, hacia el conjunto de los partidos, abocaría al fracaso a quien lo intentara.

Estamos en una coyuntura en la que los partidos --estoy hablando especialmente de Izquierda Unida y Chunta-- deben mostrar un gran tacto y generosidad, sentirse parte de una movilización mucho más amplia, que les necesita, pero que también les desborda. Es necesaria una visión estratégica que contribuya a construir un bloque social muy amplio, del que los partidos serán solo uno de sus componentes.

Por parte de los movimientos sociales y ciudadanos, se impone superar ese discurso apolítico que en ocasiones los recorre y que les lleva a evitar todo contacto con organizaciones políticas y sindicales. La política ha caído en un tal descrédito que gente que está haciendo política todos los días, en movilizaciones, en centros de trabajo, siente verdadero rechazo ante la palabra política y, como consecuencia, desarrolla una práctica sectaria en la que se demoniza toda presencia de organizaciones políticas o sindicales. De la misma manera que los partidos, y los sindicatos, deben asumir un nuevo papel ante la presencia de un movimiento ciudadano que hace de motor de la movilización, el movimiento ciudadano debe tejer redes con aquellas organizaciones políticas con las que confluye cotidianamente en las luchas.

Si el movimiento ciudadano sucumbe también a ese discurso reaccionario del todos son iguales, estamos perdidos. Y no es solo una expresión.

LA GRAVEDAD DE LA situación impone buscar nuevos horizontes, abrir esos cauces inexplorados, por los que en ocasiones se hará complicado caminar. Pero no están los tiempos para remilgos, nos necesitamos todos y todas. Un movimiento ciudadano fuerte y combativo en alianza con las organizaciones políticas de la izquierda real (CHA, IU, IA y otras) debe confluir en la constitución de un bloque político-social que se movilice en la calle y que compita electoralmente para representar a la mayoría social. Pues, como recuerdan algunos, somos mayoría. Y no podemos aspirar meramente a mejorar resultados electorales, a cultivar nuestra parcela.

Alcanzar una mayoría política que ponga freno al expolio y a la ignominia en que se ha convertido la vida en nuestro país es una exigencia. En ello nos va, literalmente, la vida.