Ahora, mas que nunca, recordamos aquellos consejos recibidos antes de nuestros primeros desplazamientos para comenzar estudios superiores. Aquellas sufridas madres, daban fundamentalmente dos consejos: "hijo mío, tú no te metas en política" y sobre todo "tú no te señales". El lema era pasar desapercibido, pues en caso contrario, con razón o sin ella, siempre había la posibilidad de que alguien te buscara las cosquillas.

Todo el que conozca nuestra universidad sabe que becas como la del señor Errejon, las hay (en las ultimas décadas) a cientos. Chanchullos como el del señor Monedero los ha experimentado bastante gente, que hoy ocupa altos cargos en la Admistración saltándose la ley de incompatibilidades. Y no solo en la universidad, sino en otros ámbitos de la administración. Irregularidades como la del profesor Iglesias, (ANECA), no son una excepción.

Lo que no esta bien, es ir de puro por la vida, sin parecerlo y mucho menos sin serlo, tachando al resto del personal, sean políticos o empresarios, de corruptos y defraudadores de la hacienda pública, sin vislumbrar que, más pronto que tarde, los medios de comunicación investigaran su vida hasta los misterios más recónditos con el fin de indagar si el predicador, que proclama justicia, cuando no venganza, es una persona intachable o por el contrario se trata de un estafador.

A estos profesores (ANECA), todos ellos, productos de los diferentes, calculados y evaluados productos universitarios, les ha picado el venenoso parasito del pasado. Y no es extraño, porque desgraciadamente en nuestra universidad, con cierta frecuencia, la irresponsabilidad de algunos, les ha llevado a tener una vida de lo más cómoda. Horarios en extremo flexibles, sin que nadie les haya exigido una permanencia determinada, ausencias frecuentes poco justificadas. Sustituciones irregulares, endogamia, etc.

Acostumbrados a esta promocionada y consentida situación, no es raro que vean en el mundo exterior una pléyade de maldades, mientras que su conducta la hayan considerado de lo más normal. Ellos tienen el derecho a disponer de privilegios de los que no tiene por qué gozar el resto de los mortales. Por eso les indigna tanto que algunos medios de comunicación refieran la autenticidad de sus trayectorias lo que consideran un ataque injustificado, porque "nosotros no somos políticos, no somos de la casta". Todavía no, o no intencionadamente, se han percatado de aquellos dos consejos: se han metido en política y se han significado, lo que supone, que los medios de comunicación, los van a mirar con lupa.

Todo el mundo en la universidad, que siendo profesor de la universidad a tiempo completo, si pretende hacer un trabajo remunerado fuera de sus responsabilidades universitarias, tiene solicitar en tiempo y forma el permiso correspondiente. Una vez concedido, los honorarios deben ser cobrados por su universidad, que los ingresa en su nómina, por supuesto, después de haber descontado el tanto por ciento correspondiente (en mi época, ya lejana, creo era el 11%, que se conocía como impuesto revolucionario) para la institución. El resto, al estar incluido en su nómina, tributaba como IRPF. Eso lo sabían y lo saben todos los profesores universitarios que como tales se sientan

Errejón, que no es un iletrado, sabía perfectamente que su beca, sin entrar en si le fue concedida con justicia o sin ella, le imponía la obligación de trabajar dentro de los locales del correspondiente departamento de la universidad durante 35 horas a la semana para llevar a cabo su investigación. Y también lo sabía el que le concedió la beca. Pero... así funcionan nuestras universidades. Si Giner de Los Ríos levantara la cabeza.

Ir de puro e inmaculado por la vida --sin serlo-- pretendiendo que sus recetas, sin entrar siquiera en que sean buenas o malas, vayan a librar a los ciudadanos de equivalente plaga, tiene ese riesgo. Lo contrario es ser un ingenuo, cosa que no pienso que este profesorado evaluado lo sea. Catedrático Emérito de Universidad