Guau con la lideresa de Upadance, a bailar. No se baja de su pedestal y se empeña en mantener el papel de primera bailarina de la compañía que ella misma fundó. Pero, a Rosa Díez el valls político se le da fatal. Y peor aún, ni para coreógrafa vale. Su fracaso absoluto en Andalucía lo ha puesto de manifiesto al pasar de casi 130.000 votos de 2012 a algo más de 76.000 y ningún diputado. Pero, lo de asumir responsabilidades, tampoco va con ella, al contrario. Se enroca en su atalaya junto a sus dos fieles vasallos, el parlamentario Gorriarán, con su piquito de oro, venenoso donde los haya, y la eurodiputada Pagazaurtundua, del mismo linaje. Se mantiene ajena a las críticas de sus dirigentes y simpatizantes, y a la de los diputados Lozano, Cantó y Anchuelo, que tras la derrota en el sur, están clamando su dimisión por su falta de liderazgo y estrategia política, y por su inoperancia y resistencia a pactar con Ciudadanos. Su amor a la batuta le han llevado a practicar con devota fe, "la política vieja que se aferra al sillón", esa que "deja de ser un instrumento para los ciudadanos y se convierte en un fin en sí misma", como gráficamente señalaba Lozano. Peligro de abismo, que la dirección aragonesa del partido, UPD Aragón, ha reconocido y por la que ha pedido su dimisión. Peticiones del vulgo, a las que la "tía de la vara" responde con el nombramiento del caballero sir Herzob, honrado con el título de portavoz adjunto, para acompañar y servir a la vieja del sillón.

*Periodista y profesora de universidad