Dice Humpty Dumpty en la mentadísima obra de Lewis Carroll: «¡Cuando yo empleo una palabra significa lo que yo quiero que signifique… ni más, ni menos!» y ante la perplejidad de Alicia, añade el Huevo, con un par de ídem: «la cuestión está en saber quién manda aquí… ¡si ellas o yo!». Se acuerda uno de esto, acaso por lo de lo de Don Mariano y Don Trillo con/contra los dignísimos familiares de los fallecidos en el, al parecer, muy evitable «accidente» del avión -o lo que fuera aquello- Yakolev 42.

El huevo Dumpty Humpty que inventara L.C. es mucho más huevo que los huevos que manda Don Trillo cuando mandaba mandar huevos. Y dice Humpty Dumpty lo que, acaso, le gustaría mucho decir a Don Trillo, y tal vez también a Don Mariano, cuando le preguntan por aquel avión -o lo que fuera aquello- llamado Yakolev 42. Eso está ya sustanciado, y eso significa lo que digo yo que signifique.

Pero misté, parece que no. Aquellos 62 soldados nuestros y otros tres más de otras familias que murieron de una muerte evitable, cada vez viene estando más claro que se murieron, sí; pero igual -igual no, mejor- podían no haberse muerto.

Porque anotemos: cuando al sin par Don Mariano le mentaron lo del Consejo de Estado: que había habido responsabilidad del Gobierno del Estado en aquellas muertes, dijo : «Eso ya está substanciado, y hace muchos años… etc» y lo dijo en medio de su olímpica carrera al grácil paso acostumbrado de atleta distraído.

Y dicho lo que dijo, dio por dicho todo lo que había que decir al respecto, y se conoce que siguió con su preparación física. Y esas palabras, a ver si nos entendemos, significaban lo que significaban, que era todo lo que tenían que significar al respecto, (al respecto de 62 compatriotas destrozados en un monte perdido, indignamente atendidos sus cuerpos, mal identificados, peor repatriados, aún de peor manera entregados a sus familias, y enterrados sin el decoro, la honra, el respeto y la piedad y misericordia debidos)

Ha pasado más de una década, y el vicepresidente de aquel gobierno, lejos, muy lejos de asumir cualquier resquicio de responsabilidad o mala conciencia, ha continuado su carrera política, que comenzó hace cuarenta años o más, hasta llegar a esta especie de Humpty Dumpty I de España Inmortal, votado por millones de compatriotas.

Y el otro -¡ay, dolor!- el que fuera cuando entonces Ministro de Defensa (de defensa de quién, hay que preguntarse) el sin par Don Trillo, que hasta tiene publicado un libro sobre algo así como el poder en las obras de Shakespeare, aquel que dijo que «no pensaba ser Chivo Expiatorio de nadie», después de los hechos, pero no mucho después, se largó a Londres, A sufrir penitencia, o sea, entre un fragor de comidas, cenas y convocatorias de alto copete en espacios muy elitistas de la capital británica, todo ello, naturalmente pagado por, entre otros, los familiares de los 62 del yak-42 (esta leve demagogia es el único arañazo que nos permite nuestra alma pacífica)

Y por fin ¿qué han llegado a decir los pequeños ejércitos de los aún más minúsculos Humpty Dumpty al servicio del partido del gobierno? Todos a una, que para eso hay ¡Ay! un congreso en ciernes: todo eso ya se sustanció en su momento, hace muchos años, lo ha dicho el jefe, Don Mariano, y si lo ha dicho el Humpty Dumpty I de España, nosotros tenemos que decirlo, porque no hay nadie más sabio, ni que maneje mejor los tiempos, ni que temple con más temple, ni que nombre más embajadores, ministros, submistros, subsecretarios, directores generales, etc, que nuestro Jefe que dios guarde… ¡Si hasta el mismo Rey, hijo del que nos pusieron en la transición, se olvidó, pena de desliz, de mencionarlo en ese esperpento que llaman la Pascua (Militar, Por Supuesto).

Y es que no hay que decir lo que no hay que decir, porque si hubiera que decirlo, pues se diría, o sea, que la cosa es así de simple, y la gente, pues misté ya entiende lo que tiene que entender, y si no, pues lo dirían las urnas ¿no? Y las urnas dicen, pues eso, lo que dicen las urnas.

Y con este licuado intelectual, el gran Humpty Dumpty I se aleja, se cambia, se ducha, se fuma un puro y se pone el canal Deportes. ¡Y a vivir, que son dos días! Porque, a ver, o sea: cuando Él dice lo que dice, significa lo que quiere que signifique… ni más ni menos. A ver si nos entendemos.

Uno quisiera que esto fuera un comentario inscrito en la vida política del país, pero no. Esto es pre-político; esto tiene que ver con la honestidad, con el honor, palabra que aún significa mucho para tantos, con la decencia; y hasta con la más digna compasión humana. Uno sólo se ha tomado la molestia de dedicar unos minutos de silencio a la memoria de aquellos soldados; de su muerte absurda, del dolor y de las humillaciones de sus familias.

Y por otra parte uno asiste estupefacto, escandalizado, perplejo y cabreado a la respuesta del digno embajador, de su presidente, de los representantes del Gobierno del Estado. Y francamente, se siente uno escasamente orgulloso de su país.

Vayan estas palabras en respetuosa memoria de los 62 soldados muertos en el avión - o lo que fuera aquello- Yakolev 42. Que tengan la paz que merecen, y sus familias también. H *Autor y director teatral