El nuevo ejército catalán comienza a conformarse tras la llamada a filas del visionario president Puigdemont. Oyéndole proclamar su nuevo estado en armas, cabría preguntarse si era un doble, si había perdido el juicio, pero no, era él, El Puigdi, chateando con internautas en torno al procès, quien hablaba de ese nuevo ejército catalán, con sus batallones y generales. En un mes, este máquina pretende tener república, fronteras y fuerzas armadas. Y en otro par de telediarios se nos tira a por la bomba nuclear, como el coreano.

Me imagino que el Gobierno aragonés debe andar más que inquieto con la deriva de nuestro lunático vecino, y que el presidente aragonés, Javier Lambán, además de haber calificado reiteradamente de cadena de insensateces lo que está pasando en Barcelona, estará informado, prevenido, siquiera en el plano teórico, de cuanto pudiera suceder si los independentistas catalanes consiguieran separar del tronco español cuatro provincias, con sus habitantes, propiedades, bienes patrimoniales y recursos de toda índole, desde los puertos del Mediterráneo hasta, ¡ay!, el río Ebro, que pasaría a ser más objeto de deseo que nunca y a generar nuevas polémicas sobre la regulación y administración de su cuenca.

Además del Ebro y del idioma, del himno y la moneda, nos separaría de la nueva república catalana su ya anunciada frontera.

Hasta la fecha, el comercio entre Aragón y Cataluña no está gravado con ninguna clase de tasa aduanera, al carecer las Comunidades Autónomas de competencias al respecto, pero ya veremos lo que decide el próximo president, que podría ser, dicen, una vez amortizado Puigdemont como el tonto útil del procès, Oriol Junqueras.

Con ERC y con la CUP en el Gobern, Cataluña derivaría hacia una república de izquierda radical que perfectamente podría replantearse medidas revolucionarias inspiradas en las desamortizaciones eclesiásticas o en los bancos de tierras. Frente a la infantería catalana, la reivindicación aragonesa de recuperar los Bienes, que serían protegidos por el nuevo ministerio de Cultura catalán como intransferible patrimonio, se tornaría más difícil todavía, e incluso los propietarios aragoneses podrían tener dificultades para mantener en las actuales condiciones sus propiedades o apartamentos en las costas catalanas.

¿Utopía, distopía,disparate goyesco? Ustedes mismos...