Lo que iban a ser unos pequeños retoques ha terminado convirtiéndose en otra revolución interruptus, sin delantero por el momento. Juan Muñoz, Erik Morán y Popa han salido del equipo y en la dirección contraria han entrado cuatro futbolistas: Jesús Valentín, Saja, Feltscher y Edu Bedia. Tres jugadores para evitar goles, un portero y dos defensas, con los que la SAD ha intentado tapar a precio de mercadillo el gigantesco boquete que dejó abierto en verano en esa zona del campo. Y uno para fabricarlos. De forma sorprendente, el club no firmó a ningún punta en la ventana tradicional. Ahora ya solo le queda la carta del paro, de donde pescó, por ejemplo, a José Enrique.

Laterales para regalar y solo dos delanteros. De todo a lo que hubiera aspirado, el Real Zaragoza solo pudo soltar el lastre de Erik Morán, que se fue camino de Primera División. El centrocampista tenía una cruz encima desde hace mucho tiempo. Era un futbolista no deseado por el club. La primera parte de la reconstrucción ya está finiquitada: mucho refuerzo de perfil bajo y poco a lo que agarrarse para mantener viva la llama de la ilusión, todavía cuando el equipo debería estar a tiempo de todo, aunque también esté en riesgo de peligros mayores.

Las incógnitas de la plantilla están despejadas. Con estos bueyes tendrá que arar el Zaragoza. Las otras dos incógnitas, las de Agné y Juliá, serán las siguientes en resolverse. A su tiempo. Su futuro está ya escrito.