Los últimos casos de vandalismo en las recién inauguradas zonas verdes de Zaragoza, es un tema de conversación frecuente entre las personas que disfrutan de los últimos coletazos del otoño en la nueva ciudad acercada al Ebro. De vergüenza califican los hechos, diagnosticando que es la falta de vigilancia y mano dura lo que hace posible estos desmanes.

Pero este fenómeno ni es nuevo ni exclusivo de Zaragoza, lo cual no significa que se deba tomar con resignación por aquello de que "mal de muchos, epidemia". Todo lo contrario; ahora bien, la erradicación del vandalismo no es tan fácil como para solucionarlo sólo con las medidas que se debaten en los corrillos de los parques. Los expertos en pautas sociales dicen que estos comportamientos están relacionados con la desintegración social de la familia, la dinámica de los grupos, la poca educación para la ciudadanía, etc, sin olvidar el componente químico de cada uno de nosotros que nos puede provocar alteraciones en el metabolismo de algunas hormonas cerebrales estimulantes de la agresividad. El edil Fernando Gimeno al presentar las nuevas ordenanzas municipales ha reconocido recientemente que a pesar del endurecimiento de las sanciones, el vandalismo seguirá existiendo.

Sin embargo, al margen del debate sociológico que se debe dejar a los especialistas, hay acciones de sentido común que si bien no reducen el espíritu vándalo, puede minimizar sus efectos si se tienen en cuenta al proyectar y construir las zonas verdes. El paisajismo es una actividad multidisciplinar que conjuga economía respecto la construcción y mantenimiento de los parques, estética en la ordenación del espacio, ciencias agrarias al tratarse del cultivo de plantas, y sociología puesto que se busca crear áreas para los ciudadanos teniendo en cuenta sus necesidades y sus hábitos. Y si alguna de estas disciplinas no se tiene en cuenta, se puede poner en riesgo la perdurabilidad o sostenibilidad del espacio verde.

SÍ ES PREVISIBLE, como es el caso, que mientras no cambien las cosas van a producirse actos vandálicos, no demos facilidades instalando frágiles puntos de luz a la altura del destructor o bancos con escasa sujeción en el suelo, por poner dos ejemplos muy significativos. Ya sé que esto puede parecer claudicación ante los gamberros, pero mientras la zorra merodee, habrá que cerrar la puerta del gallinero. A veces se puede caer en la tentación de dejarse arrastrar por la creatividad artística concibiendo el parque para ser visto bajo el prisma de la belleza, sin pensar suficientemente que también va a ser usado con un presupuesto para mantenimiento limitado, y sin tener en cuenta la realidad social del entorno ni la escasa vigilancia disuasoria que después impondrá el ayuntamiento.

No obstante Zaragoza, que mantiene las zonas verdes razonablemente en buen estado teniendo en cuenta lo costoso que resulta en nuestro clima y los medios económicos que dispone, con el plan de riberas la ciudad ha salido ganando a pesar de los errores de bulto cometidos por las prisas y por la descoordinación entre instituciones. Peor estaría el Ebro y el Canal si el plan no se hubiera iniciado, aunque es una lástima que se hayan perdido tantos fondos públicos por una mala gestión de los proyectos. ¿Quién pagará ahora la reparación de los fallos? Si al menos se aprende para el 2014.

A ningún agricultor se le ocurrirá plantar en Zaragoza naranjos o kiwis porque saben que no son de este clima, sin embargo es frecuente ver en los parques y calles especies de otras latitudes malviviendo, incapaces de soportar nuestras condiciones ambientales. El paisajismo como estilo de jardinería desarrollado por los ingleses en el siglo XIX con la idea de reproducir el paisaje natural, aquí con frecuencia no solo se utiliza el concepto sino que se imita el paisaje inglés con zonas de césped abiertas al sol, cuando nosotros necesitamos tupidas sombras. Los agricultores, para garantizar el prendimiento de los árboles, cuando plantan desechan los más grandes y podan las ramas en busca de equilibrio entre las raíces y los brotes aéreos. En las plantaciones urbanas, en cambio, se quiere que el día de la inauguración los árboles ya den sombra como las farolas dan luz.

PERO NO NOS rasguemos las vestiduras solo con el vandalismo porque existen otros factores que inciden aún más en el deplorable estado de algunas zonas verdes de reciente inauguración. Caminando por las riberas se observan cientos de árboles secos porque se plantaron tarde y mal, y porque durante el verano nadie se responsabilizó de sus cuidados. Desgraciadamente con frecuencia la construcción de los espacios verdes no se concibe como jardinería, sino como obra civil, cuyo componente vegetal se deja para el final sometido a las premuras de la inauguración, pensando que como el hormigón se puede poner en cualquier época del año y en todas las circunstancias. Cualquier agricultor que va a hacer una plantación de árboles mima el suelo, preparándolo concienzudamente porque sabe que de él depende el futuro. En los parques, que también son plantaciones de árboles y arbusto, desde la dirección al contratista predomina el espíritu de la obra civil con pesadas máquinas que maltratan el suelo como si de la construcción de una autopista se tratara, dejando a los árboles y arbustos supeditados al resto de trabajos del proyecto.

Ingeniero Técnico Agrícola