España sigue siendo una incógnita para muchos españoles, comenzando por nuestra clase política, siempre a vueltas con las tensiones territoriales, las fuerzas centrífugas o eso que algunos (Pablo Iglesias) llaman o llamaban (Pedro Sánchez) la plurinacionalidad. La respuesta hay que buscarla en la historia, aunque tampoco en su lectura haya consenso. Para unos, España la hizo Isabel la Católica, para otros Carlos I, Felipe II, la Constitución de 1812... El hecho es que aquí estamos, y que somos lo que somos.

Cierto, muy cierto es que cuando viajamos por España admiramos sin paliativos nuestra propia y diversa riqueza. De Cambados a Melilla, del cabo de Gata a la isla de El Hierro, la península, sus ciudades autónomas y archipiélagos tiene tal encanto, diversidad y riqueza histórica que es difícil encontrar otro país con tal número de atractivos. En eso coincidimos todos y, sobre todos, los grandes viajeros que nos han precedido en el descubrimiento y descripción de nuestro propio solar. Desde Unamuno, cuyos paseos a pie eran legendarios, a Camilo José Cela, Ortega y Gasset, Machado, o el propio Don Quijote, que fue gran caminante y caballero, los libros de viaje son numerosos y apasionantes, pero quizá ninguno tanto como el que acaba de presentar Fernando García de Cortázar: Viaje al corazón de España.

Un volumen extraordinario, maravillosamente editado por un nuevo sello, Arzalia Ediciones, detrás de cuyo logo se percibe la sabia mano de Ricardo Artola, que nos invita a conocer, o a reconocer, nuestro propio país con las armas de la literatura, la historia, la geografía y el arte.

García de Cortázar, uno de nuestros principales historiadores contemporáneos, reconocido hasta la veneración por miles de lectores, nunca se había centrado en un proyecto tan ambicioso como este: contar España, desde su piel hasta su corazón, desde sus jardines hasta la convivencia de sus tres religiones, desde sus museos a sus hechos de armas. Emulando a Stendhal, Cortázar contempla nuestros puentes y páramos, iglesias y palacioscon los ojos de un autor romántico capaz al mismo tiempo de reflejar estrictamente la realidad, y de contarla con las herramientas del más bello lenguaje.

Una lectura hipnótica y sustancial, para aprender a amar nuestro gran país en alma y cuerpo, como sin duda se merece nuestra vieja España.