A través de los datos estadísticos proporcionados por el CIS, Centro de Investigaciones Sociológicas, nos dicen que uno de cada tres jóvenes cree inevitable o aceptable actitudes de control hacia su pareja como: con quién se relaciona, leer los whatsapp en el móvil, impedir que vea a su familia o amistades, en definitiva, decirle lo que puede hacer o no. Esto es un tipo de violencia de género cada vez más asentada en nuestra sociedad y que llega a todas las esferas culturales. Mientras la violencia física se concentra en otros ámbitos menos favorecidos y está reconocida y rechazada por la inmensa mayoría de la población, la violencia de control, en general, no acaba de identificarse como tal. Estas generaciones de jóvenes que, por suerte para ellos, han podido acceder a la información, a la cultura y a la educación, no son capaces de entender que el respeto y la libertad de acción es un derecho intrínseco a la persona, por tanto inalienable, si esto no se entiende, la sociedad no avanza ni progresa. Realmente se está dando una involución, no hay un avance positivo y esto es muy preocupante si queremos erradicar la violencia de género. La campaña en televisión, a través de un anuncio, describe muy bien a la acosada y al acosador, pero tiene un craso error porque el punto de vista lo da siempre desde en lado femenino y, según los psicólogos y la realidad cotidiana, el hecho se produce en los dos sexos. Hay muchos hombres que también están sufriendo este tipo de acoso, pero, curiosamente, no se habla de ello. La inercia de que la violencia solo la ejerce el hombre, se está tipificando demasiado, no sería justo que no se tuviera en cuenta que, en el caso de la violencia de control, la mujer también la ejerce por igual.

Pintora y profesora de C.F.