Ocho personas en el mundo acumulan la misma riqueza que la mitad de la humanidad. Un dato inaprensible que se han atrevido a repetir incluso en el último foro de Davos, ese encuentro de jefes de estado y líderes económicos en el que este año el presidente chino, Xi Jinping, se ha convertido en el defensor del libre mercado porque otras voces tradicionales han evolucionado. El Estados Unidos de Donald Trump y el Reino Unido del brexit han cambiado de carril buscando la protección interna. Por si no fuera espeso el panorama que ambas situaciones perfilan, los líderes de la extrema derecha de media Europa, todos juntos en unión, abogan por el regreso de los estados nación, convencidos de poder aprovechar el caldo de cultivo que alimentan los resultados de las elecciones en Washington y el referéndum en Londres.En algún momento de la coreografía ideológica se ha dado una voltereta que no estaba en el guion, desorientando al menos el patio de butacas. En un escenario de crisis sin resolver, con los expertos del foro económico mundial anunciando que la digitalización y robotización van a acelerar la destrucción de empleo y proponiendo reflexionar sobre la redistribución del crecimiento económico frente a la desigualdad que provoca el modelo, casi preocupa por el mensaje que transmite. Los poderosos del sistema con voluntad de reparto global, quizá porque advierten la creciente polarización social. Si el sálvese quien pueda sigue ganando adeptos, la salida acabará por taponarse. Y ni fuera, ni dentro.

*Periodista