Más allá de la guasa que provoca el parecido entre Fernando Romay y Jesús Posada, no todos los españoles somos iguales. Tampoco a la hora de votar, lo cual no es una broma. El pasado 20 de diciembre solo pudieron hacerlo el 6,11% de los 1.875.272 electores residentes en el extranjero. Y no por falta de interés, sino por la desalentadora cadena de trámites exigidos, plagada de trabas y fallos burocráticos, como se han encargado de denunciar el colectivo Marea Granate o la plataforma DosMillonesDeVotos.

Todo parte de un cambio de procedimiento aprobado en el 2011 por PP, PSOE y CiU, que recibió el significativo nombre de "voto rogado". A ello se sumó otra modificación gubernamental en el 2014 que, ahora, en junio, puede acarrear además la pérdida de la tarjeta sanitaria; algo así como si te das de alta para votar te quito la cobertura. Ahhh... se siente.

No es difícil imaginar que desde arriba se quiera evitar un posible voto de castigo de quienes se han visto obligados a emigrar en busca de trabajo, y especialmente entre la población joven del país de la UE con mayor pérdida de su generación más cualificada (con la descapitalización de talento y gasto en formación que eso también comporta), y que, según todos los estudios, es más crítica y menos apegada al bipartidismo, al que hacen responsable de su exilio.

No se trata de un tema menor en un país que viene de un bloqueo institucional y que ya en las últimas convocatorias ha visto cómo unos puñados de votos han decidido alcaldías o gobiernos autonómicos. Y no somos los únicos: el ecologista Van der Bellen acaba de arrebatar sobre la bocina la presidencia de Austria al ultra Hofer por solo seis décimas (31.000 papeletas) gracias al recuento del voto por correo y exterior.

Mientras, como si fuera el Giro o del Tour, la precampaña española ha arrancado en Venezuela entre lecciones magistrales de democracia y la teórica defensa de los 200.000 compatriotas que viven allí. Eso sí, ni una sola mención a los otros casi dos millones esparcidos por el mundo ni a un derecho esencial para ellos como ciudadanos: participar en las urnas en el futuro de su país. Periodista