Los políticos y los medios de comunicación para describir el mundo usan un lenguaje, muy cercano a una jerga de los expertos en economía. Todo está cuantificado, lo cualitativo no cuenta. Solo les interesan las cifras del desempleo, del crecimiento, del déficit público, etc. Pero los dígitos no tienen nada que ver con los seres humanos. Debajo de las cifras se esconde mucho sufrimiento. Mas este hoy es no se mide.

En una entrevista reciente el exministro de Defensa del gobierno de Aznar, Eduardo Serra decía: «Somos el país de Europa que más crece: el doble que la media europea. Nunca se han creado tantos puestos de trabajo como ahora: 500.000 en un año. Estamos saliendo bien porque las empresas siguen exportando». «Si queremos seguir creando empleo es a los precios y a los salarios actuales». Los dígitos lo aguantan todo. Pero mucho del empleo es precario. No hace falta estadísticas. Una camarera de piso de hotel que se rija por el convenio sectorial cobra 1.286,61 euros brutos al mes; pero si la contrata una empresa multiservicios con el mismo trabajo el sueldo se reducirá a 674 euros. Esto es producto de la reforma laboral del PP del 2012, que establece la prevalencia del convenio de empresa frente al de sector. Sus responsables son auténticos desalmados. Es todo un programa de desvalorización del trabajo, privado de dignidad y de derechos, reducido a mera mercancía, como en el siglo XIX. Conviene recordar. Poco ha en este periódico Marc Carrillo publicó el artículo Los despachos de laboralistas, en el que señalaba que el despacho de Atocha, 55, fue uno de los que luchó por los derechos laborales y las libertades democráticas. Recuerda nuevos daños de la reforma laboral de 2012. En cuanto al derecho al trabajo, su devaluación práctica se ha puesto de manifiesto, por ejemplo, con la regulación del periodo de prueba en el llamado contrato de trabajo por tiempo indefinido de apoyo a los emprendedores. Al ampliarlo a un año, se ha vulnerado el derecho al trabajo puesto que después de un año de prestación de servicios por el trabajador, la ley permite al empresario no renovar el contrato y sin necesidad de indemnización, despedirlo sin causa justificada y de forma gratuita. El otro derecho directamente lesionado -por el que sindicalistas en la clandestinidad y los despachos de laboralistas lucharon en el túnel de franquismo- ha sido el derecho a la negociación colectiva (artículo 37.1 CE). En la actualidad ha visto reducido su alcance y efectividad.

Sigamos recordando. Contra la reforma laboral del PP se convocó una huelga general por CCOO y la UGT el 29 de marzo de 2012, que fracasó, al no ser secundada por los trabajadores. Esa palabra de trabajadores ha caído en desuso, ya todos somos clase media. Este hecho lo explica Owen Jones en su libro CHAVS. La demonización de la clase obrera. También el fracaso se debió a que el gobierno, la patronal, y medios de comunicación urdieron una campaña brutal. «No es el momento, con una crisis tan dura». «Lo último que España necesita». «No servirá para nada, no es la solución, no hay razones suficientes». «Ni siquiera han respetado los 100 días de cortesía». Hasta calcularon su costo. Para La Gaceta, 4.700 millones, para La Razón: 7,688 millones, casi un punto de déficit.

Presente actual. El pasado 7 de febrero en el Congreso de los Diputados en la Comisión de Seguimiento y Evaluación de los Acuerdos del Pacto de Toledo el portavoz de Cáritas, Francisco Lorenzo Gilsanz señaló: «Y creemos que las políticas que adoptemos hablan de nosotros y nos dicen quién y cómo somos como sociedad en términos éticos, morales y democráticos. Especialmente importantes para nosotros son las políticas y la realidad de la gente que está sufriendo más. Es igual que la defensa de un puente, que, al final, se mide por la fortaleza o fragilidad de su pilar más débil. Nuestra talla democrática viene por ahí, por cómo nos hacemos cargo especialmente de la gente que lo está pasando peor». La portavoz del PP, Carolina España Reina en un ejemplo de desvergüenza, cinismo y autismo políticos replicó: «Repasando las estadísticas, me gustaría decir que el 77% del aumento de la desigualdad en España se produjo entre 2007-2011. Según el índice de Gini, la desigualdad se deterioró con la crisis en 2,7 puntos, en su mayor parte en el período 2007-2011 y el 0,6 de esos 2,7 puntos después de 2011. La recuperación está permitiendo que se empiece a corregir la desigualdad. El índice de Gini de 2015, que recoge los datos del 2014, ya apunta que la desigualdad está disminuyendo con la llegada del empleo a España. Le voy a dar un dato: la reducción de la pobreza en España en 2015 ha sido un 10%, el doble que en la zona euro con un 5%. Se habla mucho de la pobreza y he estado buceando entre distintos índices. El Instituto Juan de Mariana señala que España es uno de los países con menor desigualdad real de Europa. Se refiere a la desigualdad de la riqueza que en España, según el índice de Gini de riqueza de 2015, es del 0,67, uno de los menores de Europa junto con Bélgica e Italia, y muy lejos de países con una mayor desigualdad como Dinamarca, con el 0,89, Suecia con el 0,81, o Alemania con el 0,78 junto a Austria». H *Profesor de instituto