PP y PSOE están cruzando denuncias ante la junta electoral a propósito de actos públicos que son entendidos por unos u otros como propaganda electoral encubierta. Desde luego que las reglas están para ser cumplidas, pero no se puede tratar a los electores como si fueran menores de edad. Se supone que es electoral que la alcaldesa de Huesca, Ana Alós, inaugure una ludoteca, o que el consejero Ricardo Oliván visite una unidad médica, o que el concejal zaragozano Pérez Anadón programe un acto con vecinos por la cesión de un equipamiento. ¿Y no lo es que el ministro Alfonso Alonso anuncie que los inmigrantes volverán a ser atendidos en los centros de salud? Hoy, las campañas electorales no tienen nada que ver con las de hace 30 años. Sin ir más lejos, este año parece en sí mismo una campaña electoral ininterrumpida.