Si hubiese sido un buen chico hubiera dicho que jugaba hasta de portero si hacía falta, aunque afirmándolo no hiciese otra cosa que recurrir al diccionario de tópicos del futbolista, lanzar una boutade o una simple trola que no se hubiera creído ni él. Pero en ese caso hubiera sido juzgado como un bendito y un gran compañero. Primero siempre el colectivo, aunque en muchas de las veces para el jugador el orden sea el inverso, y luego yo. Sin embargo, William José se salió del guión y dijo lo que verdaderamente pensaba. "En banda no quiero jugar más". Ranko Popovic respondió al órdago de su delantero. "Si habla antes con la prensa que conmigo, vamos por el camino equivocado. Jugará donde le ponga". Pequeño rifirrafe servido.

Willian José jugó en banda en Albacete, donde el Real Zaragoza se presentó con un cuadro de bajas extensísimo que obligó al entrenador a intentar la cuadratura del círculo y, entre otras cosas, a desplazar al brasileño a un costado. El resultado fue un partido muy malo del ahora reclamante. Willian José es la pieza principal caída del puzzle con el cambio de técnico. Es el suplente que más merecidamente podría ser titular. Pero no lo es.

Popovic juega con un solo nueve (Borja por obra y gracia de sus goles) y, por detrás, donde Víctor Muñoz usaba al suramericano, Ranko prefiere a Eldin por su dinamismo y porque, esencialmente, a Willian José lo considera un punta del mismo perfil que Bastón. Solo cabe uno y el brasileño se siente descabalgado. Todo mientras el equipo saca resultados. No es el primer hombre que reniega de algo así (Diogo también se mostró reticente a actuar de central, pero en privado). El error de Willian no fue decirlo. Fue decirlo como lo dijo sin antes haberlo debatido donde debía: con su técnico.