Con una solemnidad impostadísima, con el cuadro de Genovés (El abrazo) como telón de fondo a sus respectivas ruedas de prensa, Pedro Sánchez y Albert Rivera firmaron un pacto que no sirve para nada... salvo para pasar a la Historia. El documento, como otros similares, sugiere más de lo que ofrece, tiene sus cosas positivas (muy básicas, muy trilladas, pero positivas), se ciñe a la ortodoxia financiera, soslaya las aspiraciones igualitarias, y su carácter ambiguo lo demuestra el hecho de que cada uno sus papás lo lee como le conviene. El jefe del PSOE lo presenta como una alternativa "progresista", que Podemos está obligado a secundar. El de Ciudadanos proclama su carácter "reformista", al que no debería hacerle ascos el PP. O sea...

La negociación de hipotéticos pactos (de investidura, de legislatura, de lo que sea) ha sido desde el primer minuto un espectáculo teatral destinado a) a poner en marcha jugadas en las que otros se viesen obligados a participar, y b) caso de no lograr dicho objetivo táctico, poder echarle la culpa del fracaso al reticente. Nadie quería (ni quiere) ir a unas nuevas elecciones, pero todos han encaminado su estrategia en esa dirección. Se ha dicho que el PSOE acabaría en la gran coalición con PP y Ciudadanos empujado por los del Ibex. O que los socialistas y los de Podemos ya tenían un acuerdo secreto que saldría a la luz en el momento adecuado. Ahora casi todos los comentaristas dan por hecho que esto es una una precampaña pura y dura, tal y como venían mostrando las apariencias (que no suelen engañar).

Podemos ha roto con el PSOE. Lógico, porque Pedro Sánchez ha encabronado (en el sentido literal del término) al altivo Pablo iglesias.. Pero también porque lo firmado en nombre de una inminente segunda Transición es un pastiche tramposillo, un plato de lentejas bien presentado que esconde no pocas piedrecitas de esas que, al comer, te cascan las muelas sin contemplaciones. Eso sí, Sánchez ha metido en cintura a sus barones y ya prepara la consulta a las bases que prometió (con una pregunta supercalifragilística). En fin... Mañana, más.