El reciente varapalo que le ha dado al Constitucional el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y el debate, hoy, sobre la derogación de la prisión permanente revisable, hacen cundir la especie de que España sufre un tremendo déficit de calidad democrática en comparación con las democracias occidentales europeas. Y ya quisieran algunos países que son nuestra referencia democrática tener el índice de condenas que tiene España por violación del Convenio Europeo de Derechos Humanos. De las 1.068 sentencias que dictó el año pasado el Tribunal de Estrasburgo solo seis corresponden a España y en un solo caso se había violado el convenio. Así que cuando Rufián dice en el Congreso que el ordenamiento jurídico español está más cerca de Turquía que de Finlandia, por poner un ejemplo, no solo miente sino que hace un ridículo espantoso porque Finlandia triplica el número de condenas de España. En el debate de hoy sobre la prisión permanente revisable los partidos de la oposición plantearán todo tipo de reparos éticos y morales, y subrayarán que el elemento esencial de las penas no es la venganza sino la reeducación y la reinserción social. Y estoy totalmente de acuerdo pero, si aceptamos Tribunal de Estrasburgo como sacrosanto valor de la justicia europea cuando defiende la libertad de expresión, habrá que aceptar también que este tribunal valida la prisión permanente revisable como condena legítima para casos graves, condena que se aplica en países tan poco sospechosos como Alemania, Reino Unido, Francia, Dinamarca, Suiza o Italia.

*Periodista