Hasta ahora los habíamos tenido más o menos controlados. Me refiero a esos varones machistas hasta la médula que sienten que una mujer que se autodenomina “feminista” amenaza su hombría por algún oscuro motivo. Suelen ser los que se oponen, por ejemplo, al matrimonio gay o al aborto, dado que consideran que el hecho de que una persona defienda la universalidad de ciertos derechos es, en realidad, un subterfugio para obligarles a ellos, personalmente, a casarse con otro hombre y a abortar. No tiene sentido, lo sé. Pero ocurre todos los días. Decía que los teníamos más o menos controlados porque con esto de la corrección política no se atrevían a levantar mucho la cabeza. Que conste que no me engaño: machistas de manual los ha habido siempre, aunque la sociedad haya ido avanzando a trompicones. Pero estaban en las cloacas del pensamiento, diciendo barbaridades solo en el bar, en un entorno amistoso, rodeados de amigotes o de mujeres con alma de palmero. Lo que ocurre es que ahora, lo que está de moda es ser auténtico. Manifestar lo que piensas, porque total, y como ha quedado demostrado en Estados Unidos, puedes vomitar lo que te pase por el pito sin que el cerebro tenga que procesarlo primero. Decir hoy que me declaro feminista es agotador, por obvio y por redundante. Escuchar las declaraciones del alcalde de Alcorcón, ese pedazo de guapetón, ni me escandaliza ni me afecta. o que me preocupa de verdad es que las cucarachas empiecen a salir por el desagüe y a desparramarse por nuestra vida. Es tan frágil lo que habíamos conseguido…