En un mismo día transitan por espacios paralelos de esta sección Alberto Zapater, emocionado con el corazón en la garganta en la puesta en escena de su renovación hasta el 2023, pasado y presente del Real Zaragoza, y Raúl Gutiérrez, exjugador, hombre íntimamente ligado al fútbol base de la comunidad y padre de Raúl Guti, presente y futuro del Real Zaragoza y mascarón de proa del desembarco de canteranos en el primer equipo junto a su amigo de la infancia Delmás, Lasure, Pombo o Raí. Todos ellos unidos por un nexo común: la Ciudad Deportiva. La Ciudad Deportiva, ese universo tantas veces incomprendido, siempre objeto de debates y muchas veces injustamente ponderado.

De allí, de la fábrica de talentos del club han brotado este año varios jugadores hechos y derechos para el primer equipo. En su día fue la valentía de Víctor Muñoz la que lanzó al fútbol profesional a Zapater. Esta vez han sido el arrojo de Natxo González y la determinación de Lalo Arantegui a la hora de asignarles un espacio. Como en su día ocurrió con Zapa, todo canterano necesita una oportunidad y sostenerla en el tiempo. Fe para hacerlos futbolistas, más todavía en el contexto que le ha tocado vivir al Zaragoza estos años, una Segunda propicia para ser tierra de oportunidades y para que la casa dé los buenos frutos que siempre ha dado cuando se la ha necesitado.