Los deseos, aún más si son colectivos, tienen un potencial transformador que, a menudo interviene y modifica la realidad social en la que vivimos. La irrupción de Zaragoza en Común (ZeC) supuso una quiebra del modelo bipartidista que, durante los 38 años transcurridos desde las primeras elecciones municipales tras la dictadura franquista, había gobernado nuestra ciudad; con ese modelo que apostó por los megaproyectos, y su consiguiente especulación, hipotecando el futuro de la ciudad y logrando que Zaragoza fuese menos de la ciudadanía y más de las oligarquías locales.

Uno de los grandes retos que tiene el actual gobierno municipal es revertir esa lógica neoliberal y recuperar la ciudad para los zaragozanos y zaragozanas. Para ello, no basta con la aritmética parlamentaria, ni siquiera cuando el PSOE decide apoyar las propuestas de ZeC, cosa que nunca sucede cuando se trata de asuntos de calado que tienen que ver con la transformación real del modelo de ciudad. Resulta fundamental el apoyo manifiesto de colectivos, asociaciones de barrio y de la ciudadanía en general en el empuje hacia el cambio de dicho modelo.

Ante un Estado centralista que gobierna para los intereses de unos pocos, las iniciativas municipalistas como ZeC están ampliando los espacios de participación ciudadana, que dan poder de decisión a la gente, así como llevando a cabo iniciativas ante la emergencia social, de recuperación y mejora de los servicios públicos y sociales.

En los últimos años, hemos visto cómo diferentes colectivos emergentes se han autoorganizado en la defensa de los derechos sociales que han sido mermados de un modo intolerable con el desmantelamiento del Estado de bienestar. Plataformas como la PAH, las diferentes mareas, o, recientemente, el Sindicato de Inquilinos, son ejemplos de contrapoder frente al horizonte de precarización de la vida que se ha instalado en nuestros barrios.

El camino que empezamos con ZeC en la transformación del modelo de ciudad tiene que continuar en los próximos años y, para ello, resulta fundamental que Podemos Zaragoza garantice la consolidación del proyecto y el fortalecimiento de la apuesta municipalista para conseguir un modelo de ciudad cuidadora, al servicio de la ciudadanía y no de los grandes proyectos ni de las empresas multinacionales o de los bancos.

Para construir en común una Zaragoza justa, solidaria, sostenible, abierta y creativa, debemos seguir trabajando desde las instituciones y desde las plazas para acabar con la desigualdad mediante el reparto de riqueza y la justicia social para construir una ciudad en la que nadie se quede en la cuneta y en la que no haya gente sin casa, ni casas sin gente. Una Zaragoza inclusiva facilitando el acceso a todas las personas con disfuncionalidades. Una ciudad feminizada que se ocupa de los derechos de las personas que cuidan, de que tengan salarios y rentas dignas y suficientes que permitan sustentar hogares. Una ciudad que ponga en valor todos los trabajos reproductivos precisamente para que dejen de estar realizados exclusivamente por las mujeres y pasen a ser responsabilidad compartida con toda la sociedad. Una ciudad que combate las causas estructurales de las violencias machistas: la desigualdad entre hombres y mujeres y la precarización de la existencia. Una Zaragoza donde los servicios públicos se organicen en función de las necesidades de las personas que los usamos y no del lucro privado de las empresas que los gestionan. Una ciudad que apueste por la proximidad, por el pequeño comercio de barrio, que busque la cohesión trabajando la diversidad y donde las pequeñas empresas y la economía social tengan todo el apoyo institucional para florecer y desarrollarse como germen de una nueva economía basada en el bien común.

No podemos ser ingenuos y tragarnos el discurso repetitivo de la recuperación económica y la generación de empleo. Los puestos de trabajo cada vez son más precarios y las condiciones laborales atentan directamente contra la dignidad de los trabajadores, de una manera aún más notable en el caso de las mujeres y los jóvenes.

Por ello, hoy es más necesario el apoyo con medidas de contratación pública, facilidades de financiación, asesoramiento y fiscalidad, a las pequeñas entidades económicas generadoras de empleo estable, inclusivo y de calidad así como establecer en todos los barrios programas de formación y cualificación profesional y de empleo social. Tampoco podemos mirar para otro lado ante las violencias estructurales y la peligrosa deriva del Gobierno central en el recorte de derechos fundamentales, intolerable en una sociedad democrática. Hay que combatir cualquier resquicio de autoritarismo que ponga en riesgo nuestros derechos y libertades. La ciudad que deseamos está cada vez más cerca y nuestros pasos, acompañados de los de miles de vecinos y vecinas que apuestan por el cambio, se dirigen hacia una Zaragoza cada vez más equitativa, saludable y amable.H

*Candidato a la Secretaría General de Podemos Zaragoza